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Mostrando entradas de marzo, 2010

Erase una vez, en septiembre...

Yo tenía una vida tranquila -claro dentro de lo que cabe-, me sentía feliz, sentía que podía con todo, que nada me iba a quedar grande. Sentía que tenía esa magia con la cual se transforma todo, se evitan las pesadillas y se superan las heridas del pasado. A pesar de ser consciente de vivir en un sueño, me ilusioné con vivir ahí y así por siempre, fue entonces cuando tuve que despertar y la realidad no me recibió de la mejor manera. No era una fantasía porque yo no vivía de mentiras, pero si tuve muchas ilusiones que se fueron a pique, fue uno de esos momentos en que la vida te muestra que por más seguro y feliz que te sientas, ella puede arrasar con todo, puede destruir el sentimiento más firme que tengas como si este fuera un castillo de naipes y me dolió lo suficiente como para sentirme sola, vacía. Perdí esa puerta que podía abrir cuando quisiera para encontrar alguna sorpresa que tomaba cualquier forma, que me regalaba un poquito de paz y me hacía seguir adelante, sin detenerme, s