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Mostrando entradas de 2012

Macarrón

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Una vez más, la muerte toca nuestra puerta. Para esta visita no deseada jamás estaremos preparados, siempre pensamos en este momento como en el punto distante en el camino al que algún día llegaremos y llegarán los nuestros.  Así que de repente un día, ella se presenta para confirmarnos toda la fragilidad humana. No somos culpables por no sentirnos listos para una partida ¿Cómo estarlo cuando nuestro Lisandro se ponía en pie todos los días para iniciar su deseada jornada diaria? ¿Cómo creerlo frágil si ni el tiempo ni los vientos agrestes de la vida lograron aplacar su carácter y dominar su determinación? ¿Cómo pensar que el hombre de los ojos verdes, que trabajó por su familia, oró por sus hermanos y cargó en sus brazos a hijos, sobrinos, nietos y bisnietos, cerraría sus ojos para darnos un último pedazo de sí envuelto en un gesto alegre, tranquilo y en paz, con el cual se despediría de nosotros para volar al cielo y regalarle al creador su mirada, ese brillo que ahora noso

Historia de un "Te Quiero"

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Escribirte aquí, en este espacio que quizá ya no recuerdas o que simplemente ignoras, puede parecer una pérdida de tiempo, se diría que lanzo gritos en un bosque solitario sin oídos humanos que me escuchen, pero prefiero pensar que en realidad esta es la última carta que puedo enviar antes que la oficina de correos cierre para siempre o que las lechuzas pierdan las alas para llevar mis mensajes.  Te escribo entonces, porque no sé dónde estás, aunque conozco la razón por la que te fuiste. No pedí que me esperaras, no quise que me extrañaras, no pensé extrañarte… pero después vino la montaña rusa de sucesos y emociones en mi vida, vino el tiempo en que tuve que enfrentarme a mí y a mis miedos. Llegó el tiempo de verme al espejo y excavar dentro para encontrar mis propias razones, para descifrarme, entenderme, quererme.  Fue extraño ver mis manos y no reconocerlas, sentirme perdida y luego, poco a poco, recorrer mis pasos de una manera consciente para darme cuenta del lu

Pequeña Muerte

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En tu cintura me perdí. Cuando mis manos se deslizaron suavemente por aquella delicada piel supe que había cambiado para siempre. Supe lo que sienten las lágrimas cuando resbalan por las mejillas, caen al suelo y se evaporan para esconderse en las nubes, quedarse allí y jugar; y luego, en un éxtasis que se produce entre relámpagos y choques eléctricos, descienden vertiginosamente a un río para descansar finalmente en el mar. Entonces mi sentimiento fue una lágrima, tu cuerpo fue mi río y en tus ojos suspendidos capturé el retrato perfecto de un naufragante atardecer.

La Cita

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Y ahí estaban esos dos, los de siempre, los de los encuentros sin saludos ni despedidas, dejando que el café se enfriara y viendo a través del humo cómo divagaban sus pensamientos. Él estaba nervioso pero muy pocos podrían notarlo. Sabía mantener las manos firmes y la respiración acompasada, sin ir muy rápido, sin ir muy lento; pero la mirada, que en ocasiones se desviaba tras una imagen o algún recuerdo, lo delataba ante los ojos de aquellos que le conocían bien.  Fue así como sus ojos se fueron con el humo y llegaron al rostro de ella. Ahí estaban sentados los dos y él aún no era capaz de lanzar su propuesta. Ella era su última oportunidad, lo único que le quedaba en el mundo. Ella era quien siempre creería y confiaría en él, quien le seguiría aun cuando su lucha fuera estéril, aun cuando la muerte se encontrara a la vuelta de la esquina. ¿La amaba? Era una pregunta innecesaria, sobraba; no necesitaba amarla, le bastaba con que ella lo amara, de este modo garantizaba para

XI

Desilusión. El agujero en el pecho se ha abierto, podrá sanar pero la cicatriz durará para siempre. Que los pensamientos viajen a lugares mejores... ¡Ausencia de sueños! La esperanza se aleja pero no le abandona, le recuerda que tiene que luchar para conservarla consigo. Ira, tristeza, reclamos, sonrisas ¿falsas? Ojos cerrados, "inhala, exhala" dice la voz interior. ¡Estoy harta de respirar! Un grito ahogado, grito sin oídos, grito solitario, grito que nadie escucha. ¡Déjame hablar! exige, tus palabras no existen, responde. Ha muerto. Una lágrima se desprende, un corazón se siente herido, otro corazón sonríe. ¡Sonríe que el payaso no se ha ido!

Violeta

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Suaves y saladas lágrimas se deslizaban por sus mejillas y llegaban hasta las comisuras de sus labios.  -¿Qué te pasa? ¿Por qué estas llorando?  -¡Es la mariposa! ¡Se niega a enseñarme a volar! ¡Ni siquiera quiere hablarme! -¡Ya estoy harto de tus estupideces, te he dicho que dejes de creer en fantasías! - Prefiero creer en la utopía de mis sueños que someterme a la dictadura de la realidad.  En ese instante escuchó un leve silbido, acercó su cara a su mano, donde, en un dedo, reposaba la purpúrea mariposa.  -Te afliges sin razón alguna, no tengo nada que enseñarte. Recuerda tus palabras, tú ya sabes volar.  Y en ese momento las alas púrpuras destilaron aros que creaban un hermoso arcoíris, abandonando para siempre aquel romántico jardín.

Síndrome de Penélope

Existe una canción de la autoría de Joan Manuel Serrat -la cual también es interpretada por Diego Torres en homenaje al autor español- que se llama Penélope. La letra puede ser tachada por algunos como cursi o demasiado emocional, sin embargo, narra una historia que ha inspirado el presente post y que por lo mismo, transcribiré a continuación:  Penélope,  con su bolso de piel marrón  y sus zapatos de tacón  y su vestido de domingo.  Penélope,  se sienta en un banco en el andén  y espera que llegue el primer tren  meneando el abanico.  Dicen en el pueblo  que un caminante paró  su reloj  una tarde de primavera.  "Adiós amor mío  no me llores, volveré  antes que  de los sauces caigan las hojas.  Piensa en mí  volveré a por ti..."  Pobre infeliz  se paró tu reloj infantil  una tarde plomiza de abril  cuando se fue tu amante.  Se marchitó  en tu huerto hasta la última flor.  No hay un sauce en la calle Mayor 

Buen Viento y Buena Mar

Estaba desesperada buscando ese documento. Había revisado en carpetas, libros, maletines, bolsas, arrumes de papel que siempre prometía que iba a limpiar y a donde cada día llegaba uno más. ¿Dónde carajos lo pude haber metido? Se preguntaba una y otra vez sin encontrar una respuesta. Abrió por tercera vez el cajón donde guardaba escritos personales, algunos regalos y, en general, recuerdos materializados en papel; era casi imposible que lo hubiese guardado allí pero prefería revisar, algo le decía que debía buscar en ese lugar y ella estaba acostumbrada a que sus impulsos o presentimientos siempre la llevaban por el mejor camino, aun cuando este fuese inesperado. Y esta vez no hubo excepción. Encontró una hoja arrugada, doblada por la mitad, manchada de café, conservando ese olor; aquello le llamó la atención y procedió a abrirla. Era su letra pero no la de siempre: inclinada un poco a la derecha, más alargada que redonda, era la letra que usaba cuando algo le parecía importan

Carta a la Mujer

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Querida mujer:  Si se quiere vestir de cualquier manera, bien pueda. Si le gustan las faldas cortas, úselas con orgullo; si le molesta el sostén no se lo ponga. Si se quiere maquillar espero que encuentre el cosmético que mejor la haga sentir; si por el contrario le gusta llevar su piel al natural, solo le recomiendo que use protector solar.  No permita las faltas de respeto por su forma de vestir o de hablar. No se crea el cuento de que por vestirse de una u otra forma, alguien tiene derecho a sobrepasar los límites que usted tiene y a menos preciar quien usted es. Entienda que usted es un ser integral, compuesto por un físico, un intelecto, unos sentimientos y unos valores, que puede que llegue a complementarse con los de alguien más.  Si quiere tener sexo libremente, disfrútelo a plenitud, eso si, sea responsable con usted y con su cuerpo: exija el condón, es más, si es posible cargue uno o dos, para que esté prevenida. Si por el contrario, lo que quier

La Granja Parte I: La Gatita

Es difícil explicar cómo empezó todo, estoy segura de que cada una tiene su propia versión de la historia, así aquí está la mía:  Era un día de colegio complicado para mí. Había ingresado a mitad de año al colegio del cual me gradué, me había costado adaptarme y además nunca he sido una persona fácil. Encajar en mi curso fue difícil, durante el año en el que ingresé no lo pude hacer, sin embargo, al año siguiente la cosa fue mejorando y cuando por fin encontré un grupo y gente con la cual me sentía a gusto, entonces mis queridos profesores decidieron que lo mejor era trasladarme de salón, el típico traslado del curso “A” al curso “B”.  De este modo yo volvía a tener esa horrible sensación de ser la extraña, la diferente, la que no encajaba. Con el tiempo aprendí a hacer de eso un punto a mi favor pero en aquella época aún no lo había descubierto así que me sentía mal de cualquier manera. Mi frustración se transformó en una mala cara constante y en un humor terrible. Éramos a

Tiempo al Tiempo

“Tiempo al tiempo”, oí tantas veces tal vez sin querer escuchar o quizá solo ocurría que no era mi momento de entender. A veces nos inventamos diferenciaciones ridículas para darle más peso a algo, en un afán de importancia que resulta patético: le decimos a alguien “tú miras pero no observas” cuando lo cierto es que en el diccionario “ver”, “mirar” y “observar” son sinónimos.  Pero aquello no ocurre con “oír” y “escuchar”, no son sinónimos, quien escucha presta atención a lo que oye; o al menos eso dice la RAE y a mi se me da la gana de creerle.  Así que muchas veces me recomendaron la calma y la paciencia, la espera. Me dijeron que con el tiempo entendería y mis preguntas se contestarían. Me mintieron.  Al tiempo le atribuimos más de lo que debiéramos. Lo nombramos guardián de nuestros recuerdos, artífice de nuestro olvido, responsable de nuestra madurez… en un intento por quitarnos de encima nuestras propias obligaciones cuando el tiempo no es responsable de nada, no

Colibrí

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Tu amor bendice y es irracional, es convicción mi redención. En lo oscuro de la noche siempre estás... La desesperación tenía que llegar en algún momento y tenía que estallarme todo el sentimiento que tengo aquí dentro. Tengo miles de ideas en mi cabeza y no sé como acomodarlas para que salgan de una manera coherente; empresa absurda la que me he propuesto cuando lo que hay dentro es un mar de sentimientos, de preguntas, de recuerdos, naufragando en un vacío que me produce un dolor indescriptible, que jamás había sentido. Recuerdo cuando me preguntaban cuál era mi peor miedo. Solía responder cosas como “los espacios cerrados” o “la oscuridad”, en realidad no entendía la potencia de lo que se puede llamar miedo. El miedo es esa respuesta que por instinto tenemos ante algo que sabemos que puede poner en riesgo nuestra vida o que puede causar un dolor tal, que nos sintamos sin fuerza para reponernos. Y yo no tuve miedo, quizá ese fue mi error. Te infundí

Monólogo

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Todo se torna ilógico en el momento justo en que intentas comprenderlo; las conversaciones contigo mismo se hacen habituales y de repente te sientes como en una película, interpretando un monólogo perfecto, el monólogo de tu vida. Ahora todo es una reflexión constante, resulta paradójico que suceda en el preciso momento en que te sientes vacío, en que no sabes dónde buscar esa parte de ti que ya no tienes o que no encuentras. ¿Acaso alguien podría enseñarnos a vivir, prepararnos para los momentos en que no entendemos la vida? No, claro que no. Aprendemos acciones que componen el vivir pero respiramos por instinto, comemos por necesidad, en principio de eso se trata. Mi realidad… qué complejo pensar en ella. ¿Acaso quién o qué determina lo que es real? ¿No podrían ser mis palabras más reales que mis manos, que mi boca? ¿No podrían los sentimientos superar las demostraciones? ¿No podría el viento ser mejor mensajero que un teléfono? Pensar en la realidad desgasta, ator

Tres: Palabras, Domingos y Casualidades

Sucedió un domingo, uno de esos días que generan toda clase de sentimientos y opiniones encontradas. Ese día, el que algunos odian y otros aman, en el que por tradición, en este país, se va a misa y se cree firmemente que fue el elegido por Dios para descansar. Si, fue un domingo, el día de los niños para jugar y de los adultos para hacer asados, al menos así era en mi época. Y es que del domingo se dice de todo. Algunos consideran que es el peor día de la semana, el del tedio, el aburrimiento; para otros es el descanso perfecto, el día que está permitido incluso no bañarse sin que haya reproche alguno. Pero hay quienes piensan que el domingo tiene en su aire un vicio de depresión, no en vano es el día en que mas suicidios se producen. Fue así, un suicidio de las palabras. Su desesperación por no ser pronunciadas les agotó la paciencia y decidieron apartarse para siempre de mi boca, fue una muerte en cadena, un deceso colectivo. Pero ellas ignoraban que su esencia, asimilab

Conclusiones de una Noche Cualquiera

Nos dieron la cuenta –Esta vez invita usted ¿No?- Dijo mi amigo en tono de broma –Listo, no hay problema- respondí sacando la billetera de mi bolsa. Él sonrió y me dijo -¿Usted está dispuesta a pagar la cuenta y no tiene novio? Yo hice una mueca que se asemejó a una sonrisa y guardé silencio. En parte si me parecía gracioso porque, aunque desconozco el porcentaje de mujeres que está presta a hacer una invitación o a pagar una cuenta por mitad, dentro del círculo en el cual me muevo he notado un importante avance en estos temas. Así, las mujeres que conozco ya no salen esperando que siempre sea él quien pague e incluso están dispuestas a ser ellas quien asuman los gastos. Y obvio, en casos extremos también he visto abusos económicos, aquellos sobre los cuales ellos se quejan tanto; incluso yo misma me he sentido cercana a ese lugar. Por lo tanto, me pareció extraño que él encontrara eso como una cualidad remarcable. Pero había un poco de incomodidad en mi expresión porque no

La Guerra

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Quizá por influencia del morbo, de la curiosidad; quizá por acción de la voluntad, del orgullo o del placer; quizá por todos o por ninguno, decidí mirarlo y guardar esa imagen para siempre. Tirado sobre la cama, una que era nuestra sólo por nuestro momento y que desaparecería de nuestras vidas como desaparecen las rosas que se dejan en la tumba que jamás se volverá a visitar; las extremidades descansaban mientras el pecho bombeaba fogosamente, intentando recuperar el aire, aferrándose por vivir, como si de repente la muerte hubiera intentado arrebatarle la vida, un pedazo de vida que se había perdido, que quizá se había quedado atrapado entre mis piernas.  Las pupilas dilatadas de un par de ojos que no buscaban los míos, que habían dejado escapar el alma que vagaba por ahí; miraban sin mirar el techo y yo me preguntaba qué pensamiento se atravesaba por su mente o si tal vez en su mente no había nada, si ese último gemido era lo último que el cerebro había sido capaz de

Una ligera explicación

Para los que vienen aquí en busca de respuestas, solo puedo recordarles que así soy yo, simplemente un día decido desaparecer. No sé cuánto me dure, procuraré que sea el tiempo suficiente para hacerme cargo de mi vida y conflictos internos. Dentro de la responsabilidad que he empezado a asumir conmigo misma, entendí que mantenerme en estos medios es perjudicial y tuve que aprovechar un impulso para tomar decisiones que en otro momento no hubiera sido capaz. Este es un momento de reflexión y pocas palabras, los que me quieren y conocen sabrán entender. Fénix.

Alegría

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Esta entrada DEBE ser leída escuchando esta canción Tengo la costumbre de dormir entre canciones, generalmente instrumentales, para experimentar su efecto en mis sueños. Es una experiencia realmente placentera e interesante; hasta el momento nunca he tenido una pesadilla y si muchos sueños que se acercan a las alucinaciones más sorprendentes. Alguien me decía que la música era mi propia forma de drogarme, quizá tenga razón: me volví adicta a las sensaciones producidas por la magia de una melodía. Pero es una adicción que no quiero superar, es más, la recomiendo, así como aconsejo gritar, sentir, ¡vivir!; Y una canción que haga reír y llorar, que apriete el corazón y la piel se quede corta para retener el alma… y cuando se sienta que la emoción hará abandonar el mundo, entonces es tiempo de volver a la vida y continuar drogándose con música las veces que se quiera.  Si, estas son mis recomendaciones para el mundo, cuando ataquen esos terribles impuls

Destino

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Ella Empacó la última camisa, suspiró, revisó su lista; todo estaba en su lugar. Cerró con suavidad su maleta, en realidad no era tan pesada, había decidido no llevar mucho, solo lo más querido  teniendo cuidado de no inmiscuir recuerdos que definitivamente se iban a quedar en su habitación. Tomó las fotografías, los regalos, y algunas boletas viejas de eventos a los que había asistido, los guardó con delicadeza en un caja que había dispuesto para ellos, la selló y marcó de inmediato, la iba a enviar a casa de sus padres, allí estarían seguros. No tenía planeado volver, pero conocía sus impulsos, quizá algún día pidiera que se los enviaran ¿por qué no? Lo mejor era no deshacerse de ellos, al menos no por el momento. Tomó el abrigo, sabía que iba a necesitarlo, recordó que debía comer algo pues el viaje sería largo, sin embargo prefirió esperar a la comida que le brindasen en el avión. Era de noche y se agotaba el tiempo, decidió esperar solo diez minutos más, en