Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2012

Violeta

Imagen
Suaves y saladas lágrimas se deslizaban por sus mejillas y llegaban hasta las comisuras de sus labios.  -¿Qué te pasa? ¿Por qué estas llorando?  -¡Es la mariposa! ¡Se niega a enseñarme a volar! ¡Ni siquiera quiere hablarme! -¡Ya estoy harto de tus estupideces, te he dicho que dejes de creer en fantasías! - Prefiero creer en la utopía de mis sueños que someterme a la dictadura de la realidad.  En ese instante escuchó un leve silbido, acercó su cara a su mano, donde, en un dedo, reposaba la purpúrea mariposa.  -Te afliges sin razón alguna, no tengo nada que enseñarte. Recuerda tus palabras, tú ya sabes volar.  Y en ese momento las alas púrpuras destilaron aros que creaban un hermoso arcoíris, abandonando para siempre aquel romántico jardín.

Síndrome de Penélope

Existe una canción de la autoría de Joan Manuel Serrat -la cual también es interpretada por Diego Torres en homenaje al autor español- que se llama Penélope. La letra puede ser tachada por algunos como cursi o demasiado emocional, sin embargo, narra una historia que ha inspirado el presente post y que por lo mismo, transcribiré a continuación:  Penélope,  con su bolso de piel marrón  y sus zapatos de tacón  y su vestido de domingo.  Penélope,  se sienta en un banco en el andén  y espera que llegue el primer tren  meneando el abanico.  Dicen en el pueblo  que un caminante paró  su reloj  una tarde de primavera.  "Adiós amor mío  no me llores, volveré  antes que  de los sauces caigan las hojas.  Piensa en mí  volveré a por ti..."  Pobre infeliz  se paró tu reloj infantil  una tarde plomiza de abril  cuando se fue tu amante.  Se marchitó  en tu huerto hasta la última flor.  No hay un sauce en la calle Mayor 

Buen Viento y Buena Mar

Estaba desesperada buscando ese documento. Había revisado en carpetas, libros, maletines, bolsas, arrumes de papel que siempre prometía que iba a limpiar y a donde cada día llegaba uno más. ¿Dónde carajos lo pude haber metido? Se preguntaba una y otra vez sin encontrar una respuesta. Abrió por tercera vez el cajón donde guardaba escritos personales, algunos regalos y, en general, recuerdos materializados en papel; era casi imposible que lo hubiese guardado allí pero prefería revisar, algo le decía que debía buscar en ese lugar y ella estaba acostumbrada a que sus impulsos o presentimientos siempre la llevaban por el mejor camino, aun cuando este fuese inesperado. Y esta vez no hubo excepción. Encontró una hoja arrugada, doblada por la mitad, manchada de café, conservando ese olor; aquello le llamó la atención y procedió a abrirla. Era su letra pero no la de siempre: inclinada un poco a la derecha, más alargada que redonda, era la letra que usaba cuando algo le parecía importan

Carta a la Mujer

Imagen
Querida mujer:  Si se quiere vestir de cualquier manera, bien pueda. Si le gustan las faldas cortas, úselas con orgullo; si le molesta el sostén no se lo ponga. Si se quiere maquillar espero que encuentre el cosmético que mejor la haga sentir; si por el contrario le gusta llevar su piel al natural, solo le recomiendo que use protector solar.  No permita las faltas de respeto por su forma de vestir o de hablar. No se crea el cuento de que por vestirse de una u otra forma, alguien tiene derecho a sobrepasar los límites que usted tiene y a menos preciar quien usted es. Entienda que usted es un ser integral, compuesto por un físico, un intelecto, unos sentimientos y unos valores, que puede que llegue a complementarse con los de alguien más.  Si quiere tener sexo libremente, disfrútelo a plenitud, eso si, sea responsable con usted y con su cuerpo: exija el condón, es más, si es posible cargue uno o dos, para que esté prevenida. Si por el contrario, lo que quier

La Granja Parte I: La Gatita

Es difícil explicar cómo empezó todo, estoy segura de que cada una tiene su propia versión de la historia, así aquí está la mía:  Era un día de colegio complicado para mí. Había ingresado a mitad de año al colegio del cual me gradué, me había costado adaptarme y además nunca he sido una persona fácil. Encajar en mi curso fue difícil, durante el año en el que ingresé no lo pude hacer, sin embargo, al año siguiente la cosa fue mejorando y cuando por fin encontré un grupo y gente con la cual me sentía a gusto, entonces mis queridos profesores decidieron que lo mejor era trasladarme de salón, el típico traslado del curso “A” al curso “B”.  De este modo yo volvía a tener esa horrible sensación de ser la extraña, la diferente, la que no encajaba. Con el tiempo aprendí a hacer de eso un punto a mi favor pero en aquella época aún no lo había descubierto así que me sentía mal de cualquier manera. Mi frustración se transformó en una mala cara constante y en un humor terrible. Éramos a