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XVI - Un Beso

Dame un beso que me dure hasta mañana, un beso que me devuelva la calma. En estas noches de oscuridad abrumadora, dame un beso amor mío, bésame el alma. Dame un beso que sea agua en los días de sed, mi escudo contra el frío en los días de lluvia. Regálame en tus labios un pedacito de tu vida el sabor de tu boca en cada lágrima que caiga. Te voy viendo en calma como en el cine, Tú: mi película más deseada, te descubro por escenas que se enfocan en tus ojos amor, tu misteriosa mirada, en tus líneas disparejas, tus manos que no tiemblan, los segmentos de tus hombros los dedos que se atraviesan. Te encuentro al cerrar mis ojos y el aroma de tu cuello hace presencia; te veo en los niños, amor, escucho tu voz, escucho tu inocencia. Dame un beso ahora, mi bien, toma mi mano, si quieres también bésala. Desliza tus dedos entre mis cabellos enredados pero dame un beso para que no me pierda. Abrázame con tus brazos como sogas, lazos que no asfixian sino que acomp

Reflexiones sobre el infortunio

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Recomiendo leer esta entrada en compañía de esta canción El infortunio llega y te saluda con un puñetazo en el estómago. Hubieras preferido la cachetada, la alerta, una mala mirada, no perder el aire de un momento a otro y estar lo suficientemente descolocado como para no entender nada de lo que pasa a tu alrededor.  Estás en el piso tirado, es imposible recordar como llegaste a ese lugar, lo único que te interesa es respirar, aferrarte a respirar. Abres la boca desesperadamente y la primera bocanada parece no entrar, no fluye el aire y el pánico empieza a apoderarse de tu cuerpo. Tienes dos opciones que no conoces: ser presa del pánico, retorcerte, llorar y sentir como el aire te es cada vez más ajeno; o puedes mantener la calma e inhalar lentamente porque paradójicamente es así como el aire entrará más rápido a tus pulmones.  ¿Pero acaso se puede estar preparado para el infortunio? ¿No es esa imprevisibilidad una de sus características? ¿Existirá un momento oportun

XV - Céfiro viajero

Vete Viento ahora déjame con el recuerdo de las risas y las ironías. Juntos. Vete y vuelve pronto, amigo mío, mézclate con los ritmos y los aromas, tráeme esa nueva versión de ti, y diviértete con la nueva versión de mí. Vete Viento ¡Sopla con toda tu fuerza! mueve los molinos de la imaginación devuélvele al mundo la esperanza, que las rosas sean un acto de bendición. Con tu energía embriaga los corazones báñalos de nostalgia y alegría, deja que las aves vuelen curiosas, que los colibríes encuentren compañía, que las hadas se conviertan en musas y las libélulas jueguen entre las flores. Vete viento ahora, y disfruta de tu propia travesía. Y cuando el tiempo se haya cumplido, vuelve a la ciudad lluviosa, que el agua necesita de tu fuerza …y el Fénix vuela mejor en tu compañía.

Certeza

-¿Y cómo sabes que estás enamorado de ella? -Porque el momento más importante del día ocurre cuando la veo sonreír.

Dos poemas y una canción

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Existen, en el mundo que conozco,  coincidencias y extrañas relaciones.  Se nutren del azar, del destino,  de la voluntad inconsciente, quizá.  Fénix AMANTES I - Jorge Gaitán Durán Somos como son los que se aman. Al desnudarnos descubrimos dos monstruosos Desconocidos que se estrechan a tientas, Cicatrices con que el rencoroso deseo Señala a los que sin descanso se aman: El tedio, la sospecha que invencible nos ata En su red, como en la falta dos dioses adúlteros. Enamorados como dos locos, Dos astros sanguinarios, dos dinastías Que hambrientas se disputan un reino, Queremos ser justicia, nos acechamos feroces, Nos engañamos, nos inferimos las viles injurias Con que el cielo afrenta a los que se aman. Sólo para que mil veces nos incendie El abrazo que en el mundo son los que se aman Mil veces morimos cada día. AMANTES II - Jorge Gaitán Durán Desnudos afrentamos el cuerpo como dos ángeles equivocados, como dos soles rojos en un bosque oscuro,

Certidumbre

-¿Sabes? Creo que debía suceder -¿Qué? -Todo.

XIV

Se para y me mira; como si yo no me diera cuenta... Cierra la puerta, se quita la camisa, el cuarto huele todo a usted y yo me siento complacida, satisfecha. Usted me mira y cree que no me doy cuenta... me tienta. Es que usted me produce ganas. Ganas de besarle pero no de comerle la boca, más bien de saborearle el alma. Entonces lo miro y usted sonríe, se escapa la sonrisa traviesa, nos metemos entre las cobijas, el panorama da vuelta. La luz se ha ido, dos locos se descubren a tientas. Manos, besos, caricias la razón se ha ido de fiesta.

XIII

No acostumbro despedirme porque siempre te puedo ver luego, porque ni aún con la muerte puedes haberte ido, porque no mueres con la muerte sino con el olvido, porque mis muertos viven y me acompañan, porque mis sueños viajan al mundo de los muertos. _________________________________ A un año de la partida de Colibrí

Víspera

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Dolorida y agobiada,  con las llamas cada vez más débiles  y sabiendo próximo el final de esta vida,  el ave Fénix se retorcía en dolores  buscando  el camino de regreso al nido.  ¿A dónde irán tus alas cuando el cielo ya no sea suficiente? La vida y la muerte, tan cercanas en este tiempo, conjuraban sentencias que sólo serían develadas con el tránsito de los días -y de las almas. Los muertos se revolvían en los recuerdos, en los corazones, en el viento. Los muertos estaban vivos aunque muchos no querían saberlo. Los muertos estaban de visita, venían a contemplar la renacencia. Los vivos estaban anestesiados, muertos, ellos sí, en sus vidas, olvidados de si mismos y del mundo. Incapaces de leer las señales, las piedras heladas que el cielo lanzaba en medio de rayos del Sol incandescente; sólo podían vagar -ora no vivir- en este mundo de verdades develadas y ciegos hechos no de naturaleza sino por elección. Las nubes se cerraban y el Sol batallaba cont

La Luna y la Mariposa

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La nostalgia atacó de repente a la Mariposa como la brisa helada ataca al final del otoño a los robles valientes que se resisten al invierno. La atacó con la fuerza inmisericorde del frío, esa que no sólo congela las alas sino que incluso hiela el alma. ¿Se reusaba el viento a soplar a su favor? Dirigió la mirada al cielo, de repente la Luna se había desvanecido.

Silencio

La saludé como de costumbre, ella respondió con un corto "Hola", le pregunté cómo estaba y dijo que bien, pregunté como había estado su mañana y dijo que normal, la tomé de la mano y caminamos hacia nuestro destino por cerca de 20 minutos. Intenté armar conversación contándole algunas cosas sobre mi día, algo del trabajo de la semana, un poco del último libro que había leído y nada funcionaba, de su boca sólo salían algunas palabras casi que arrancadas por la cortesía: "ajá", "ya veo", "que vaina". ¿Estaba algo mal entre nosotros y yo no lo había notado? Decidí observarla con la esperanza de que sus gestos me dijeran más que sus vagas respuestas. Caminaba mirándolo todo: los niños, las flores, los perros, el parque, los árboles, los pájaros, el cielo... tenía esa mirada soñadora y alegre que tanto me gustaba y de vez en cuando sonreía inocentemente. ¿Entonces por qué no me hablaba? No lo sabía y continuaría en mi ignorancia si no se lo

Declaración

-¡¿Qué pasó, bonita?! -me preguntó alarmado cuando vio mi rostro desfigurado por el dolor. En medio de un intento estéril por secarme las lágrimas y con la voz entrecortada por el llanto sólo pude responder -La vida, querido mío, la vida fue lo que pasó...

XII

¡Anda! Toma el camino juega con la luna y las estrellas ¡Sé un revolucionario! Aprende a mirar distinto, que la rosa, la roja sabe a deseo, dolor y melancolía, Que el perfume, el cítrico trae aire de lujuria, de pasiones y alegría, que la guitarra, la sensual tiene la garganta que desgarra que miente y que aclama, que el piano, el intelectual sabe seducir en notas cadenciosas y halagar en trinos misteriosos que recuerdan los gritos de aquellos que la cordura perdieron en los pantanos. ¡Anda! Toma el camino ¿A quién estás esperando? Mira de nuevo la rosa, la sangre tierna roja. ¡Sé un revolucionario! Aprende a mirar distinto.

Invierno

Aún me preguntan por qué me enamoré de ti. Cada vez que lo hacen vienen a mí los recuerdos de las primeras citas y los muchos cigarrillos que fumé mientras intentaba sostener una conversación coherente contigo. Aún se cuestionan qué te vi y en mi mente revivo el andar serio y acompasado con el que te vi venir la primera vez, tu elegancia en negro que te venía bien con una calle llena de extraños que, afanados por sus vidas, me empujaban de un lado a otro en tanto a ti te esquivaban con precaución. Aún indagan por qué me gustabas tanto y recibo el aroma de tu cuello en aquella época, la delgadez enmarcada en esos pantalones ceñidos, la certidumbre de tus palabras que contaban qué querías hacer y cómo lo ibas a hacer, la mirada fría con la que castigabas al mundo y la voz jocosa que se reía sin consideración de la desgracia ajena. Aún me cuentan que te temían, que no inspirabas confianza y yo escucho en mi mente los secretos que te conté y que se filtraron por la rendija de tu

Desnuda

Escribí, leí, no me gustó, borré. Escribí, borré. Escribí, leí; lo dejé de lado, lo retomé, lo envié al carajo, lo maldije, borré. Escribí de nuevo, puse una canción, me supo a vino ¿Me supo a vino? Huele a gas propano ¿Huele? Moriremos, ahora sí puedo escribir. Tuve un amor, tuve muchos. Me cansé un día de la vida, hice algo al respecto. No funcionó, lo sabíamos, tal vez no lo hice bien, tal vez en realidad no lo quería. ¿Amar o vivir-morir? Las dos o tal vez ninguna. De nuevo lo leo, lo entiendo, fue una cuestión de tercios, por eso no se dio: no me gustan los números impares, no me gustan tampoco los primos pero me gustan los números y los extraño, entonces voy a hacer cuentas. Años, dinero, cuentos, amistades, fechas, sumas, restas, mis divisiones,  tus multiplicaciones. Me duele el pecho y no es el corazón. Leí de nuevo, resulta que no es al corazón al que le duele sino al cerebro ¡Y el muy puto nos estuvo engañando todo este tiempo! Así que es e

Clemencia

“Yo soy de esas mujeres en quienes el amor entra por la puerta de la admiración. Me parece difícil que llegase a apasionarme de un hombre sin admirarle primero; desdeño lo vulgar, y me siento capaz de amar toda mi vida a un mártir que hubiera perecido en un cadalso, y de convertir su memoria en un culto perpetuo; así como me parece imposible querer a algún pequeño hombre a quién la fortuna elevase sin merecerlo a la cumbre del poder, o a otro a quien la suerte caprichosa hubiese dotado de riquezas, o al triste mortal que no contara más que con el atractivo vulgar de una hermosura de Adonis, sólo buena para decorar un jardín o para ocupar un lugar en mi aparador de juguetes.  No es el valor vulgar el que me fascinaría. Valientes hay muchos pero hay acciones que sobrepasan la esfera de lo común; yo no sé precisamente lo que quiero, no acierto a expresar mi pensamiento… Se me figura que un proscrito, perseguido por todo el mundo, un mártir, un hombre que subiera al cadalso po

Fantasía

-Déjala, no la guardes, hoy quiero que me hagas el amor en frente de La Guitarra. -¿Por qué? -Quiero que ella sienta lo que yo, cada vez que veo cómo la tocas...

La Cena

Tomó con firmeza el frío corazón. A pesar de su temperatura aún producía unos lentos y débiles latidos. Lo observó por un instante recorriendo centímetro a centímetro cada pedazo de músculo y vísceras que tenía entre sus manos ¿A quién se le habría ocurrido representarlo con esa forma tan diferente qué solo había percibido en las fresas y las manzanas alguna vez? ¿Quién fue capaz de imaginar un corazón como las alas mutiladas de una mariposa que sólo llegaban a la mitad? Aunque pensándolo bien, aquel trozo de carne si se asemejaba a una fresa, a una fresa gigante y puntiaguda del tamaño de su puño, no era una fresa perfecta sino una a la que las hojas le salían asimétricas y descontroladas. Sí, esa era una mejor descripción.  A su nariz llegó el aroma de los ajos y la cebolla que se encontraban sobre la estufa, hirviendo. Frente a ella, sobre el mesón, reposaba un afilado y brillante cuchillo, lo miró fijamente y otra oleada de aquel aroma le ratificó que había llegado el mom