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Mostrando entradas de marzo, 2013

Desnuda

Escribí, leí, no me gustó, borré. Escribí, borré. Escribí, leí; lo dejé de lado, lo retomé, lo envié al carajo, lo maldije, borré. Escribí de nuevo, puse una canción, me supo a vino ¿Me supo a vino? Huele a gas propano ¿Huele? Moriremos, ahora sí puedo escribir. Tuve un amor, tuve muchos. Me cansé un día de la vida, hice algo al respecto. No funcionó, lo sabíamos, tal vez no lo hice bien, tal vez en realidad no lo quería. ¿Amar o vivir-morir? Las dos o tal vez ninguna. De nuevo lo leo, lo entiendo, fue una cuestión de tercios, por eso no se dio: no me gustan los números impares, no me gustan tampoco los primos pero me gustan los números y los extraño, entonces voy a hacer cuentas. Años, dinero, cuentos, amistades, fechas, sumas, restas, mis divisiones,  tus multiplicaciones. Me duele el pecho y no es el corazón. Leí de nuevo, resulta que no es al corazón al que le duele sino al cerebro ¡Y el muy puto nos estuvo engañando todo este tiempo! Así que es e

Clemencia

“Yo soy de esas mujeres en quienes el amor entra por la puerta de la admiración. Me parece difícil que llegase a apasionarme de un hombre sin admirarle primero; desdeño lo vulgar, y me siento capaz de amar toda mi vida a un mártir que hubiera perecido en un cadalso, y de convertir su memoria en un culto perpetuo; así como me parece imposible querer a algún pequeño hombre a quién la fortuna elevase sin merecerlo a la cumbre del poder, o a otro a quien la suerte caprichosa hubiese dotado de riquezas, o al triste mortal que no contara más que con el atractivo vulgar de una hermosura de Adonis, sólo buena para decorar un jardín o para ocupar un lugar en mi aparador de juguetes.  No es el valor vulgar el que me fascinaría. Valientes hay muchos pero hay acciones que sobrepasan la esfera de lo común; yo no sé precisamente lo que quiero, no acierto a expresar mi pensamiento… Se me figura que un proscrito, perseguido por todo el mundo, un mártir, un hombre que subiera al cadalso po