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Mostrando entradas de junio, 2013

XIII

No acostumbro despedirme porque siempre te puedo ver luego, porque ni aún con la muerte puedes haberte ido, porque no mueres con la muerte sino con el olvido, porque mis muertos viven y me acompañan, porque mis sueños viajan al mundo de los muertos. _________________________________ A un año de la partida de Colibrí

Víspera

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Dolorida y agobiada,  con las llamas cada vez más débiles  y sabiendo próximo el final de esta vida,  el ave Fénix se retorcía en dolores  buscando  el camino de regreso al nido.  ¿A dónde irán tus alas cuando el cielo ya no sea suficiente? La vida y la muerte, tan cercanas en este tiempo, conjuraban sentencias que sólo serían develadas con el tránsito de los días -y de las almas. Los muertos se revolvían en los recuerdos, en los corazones, en el viento. Los muertos estaban vivos aunque muchos no querían saberlo. Los muertos estaban de visita, venían a contemplar la renacencia. Los vivos estaban anestesiados, muertos, ellos sí, en sus vidas, olvidados de si mismos y del mundo. Incapaces de leer las señales, las piedras heladas que el cielo lanzaba en medio de rayos del Sol incandescente; sólo podían vagar -ora no vivir- en este mundo de verdades develadas y ciegos hechos no de naturaleza sino por elección. Las nubes se cerraban y el Sol batallaba cont

La Luna y la Mariposa

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La nostalgia atacó de repente a la Mariposa como la brisa helada ataca al final del otoño a los robles valientes que se resisten al invierno. La atacó con la fuerza inmisericorde del frío, esa que no sólo congela las alas sino que incluso hiela el alma. ¿Se reusaba el viento a soplar a su favor? Dirigió la mirada al cielo, de repente la Luna se había desvanecido.

Silencio

La saludé como de costumbre, ella respondió con un corto "Hola", le pregunté cómo estaba y dijo que bien, pregunté como había estado su mañana y dijo que normal, la tomé de la mano y caminamos hacia nuestro destino por cerca de 20 minutos. Intenté armar conversación contándole algunas cosas sobre mi día, algo del trabajo de la semana, un poco del último libro que había leído y nada funcionaba, de su boca sólo salían algunas palabras casi que arrancadas por la cortesía: "ajá", "ya veo", "que vaina". ¿Estaba algo mal entre nosotros y yo no lo había notado? Decidí observarla con la esperanza de que sus gestos me dijeran más que sus vagas respuestas. Caminaba mirándolo todo: los niños, las flores, los perros, el parque, los árboles, los pájaros, el cielo... tenía esa mirada soñadora y alegre que tanto me gustaba y de vez en cuando sonreía inocentemente. ¿Entonces por qué no me hablaba? No lo sabía y continuaría en mi ignorancia si no se lo

Declaración

-¡¿Qué pasó, bonita?! -me preguntó alarmado cuando vio mi rostro desfigurado por el dolor. En medio de un intento estéril por secarme las lágrimas y con la voz entrecortada por el llanto sólo pude responder -La vida, querido mío, la vida fue lo que pasó...