Miedos de siempre
En la vida hay heridas que nunca se cierran, que se alimentan de la sal diaria que el mundo se encarga de esparcir sobre ellas. Heridas que en realidad nunca dejan de doler pero que uno trata de ocultar poniendo una curita sobre ellas y haciéndose el fuerte, fingiendo que no duelen. Uno aprende a vivir con esos fantasmas, o al menos lo intenta, hasta que algún suceso tonto los revive y hace que de nuevo se les tema. Hay cosas de las que resulta fácil hablar pero hay otras que avergüenzan, quizá por el miedo a que se mal interpreten los sentimientos o las palabras, quizás porque se piense mal de algo aparentemente superficial, o quizás porque se puede dejar al descubierto una debilidad que ha sido ocultada por una fortaleza disfrazada. Sin embargo, la realidad es una sola y hay que aprender a vivir con ella, nos guste o no, a unos les fue mejor que a otros y que le vamos a hacer, esas son las reglas que se impusieron en el juego de la vida. Si es justa o no, creo que no tendría la impar...