Será esta la primera vez en la que hable sobre este tema, el trastorno con el que convivo tal vez desde que nací y que algunos días me hace la vida de cuadritos, otros me llena de esperanza con un futuro prometedor y otros me deja vivir como si nada y como si todo. Las sospechas sobre el trastorno afectivo bipolar (TAB) empezaron en la adolescencia, cuando los cambios propios de todas las adolescentes, en mí se manifestaron de una forma más fuerte, el diagnóstico llegó tiempo después, antes de los 17. Empezó la medicación, la terapia, pero no hubo charlas, nadie me explicó de qué se trataba, mis padres tampoco lo sabían, el médico psiquiatra se dedicaba a recetar cada vez más y más medicamento, las dosis aumentaban, el cuerpo lo rechazaba, el galeno no me escuchaba, pensaba que sólo me resistía, vinieron los vómitos, los problemas estomacales, los dolores, el fastidio, el temor, la ansiedad, la rabia, las dudas ¿Y si no lo tengo? ¿Y si me estoy envenenando con medicamentos?...