Monólogo
Todo se torna ilógico en el momento justo en que intentas comprenderlo; las conversaciones contigo mismo se hacen habituales y de repente te sientes como en una película, interpretando un monólogo perfecto, el monólogo de tu vida.
Ahora todo es una reflexión constante, resulta paradójico que suceda en el preciso momento en que te sientes vacío, en que no sabes dónde buscar esa parte de ti que ya no tienes o que no encuentras.
¿Acaso alguien podría enseñarnos a vivir, prepararnos para los momentos en que no entendemos la vida? No, claro que no. Aprendemos acciones que componen el vivir pero respiramos por instinto, comemos por necesidad, en principio de eso se trata.
Mi realidad… qué complejo pensar en ella. ¿Acaso quién o qué determina lo que es real? ¿No podrían ser mis palabras más reales que mis manos, que mi boca? ¿No podrían los sentimientos superar las demostraciones? ¿No podría el viento ser mejor mensajero que un teléfono?
Pensar en la realidad desgasta, atormenta, se convierte en la mayor relatividad ¿y si la realidad es aquello que descubrieron los dementes? ¿Si la realidad es aquello que solo los locos comprenden? ¿O si tal vez la realidad resulta tan repulsiva que aquellos que perdieron la razón prefirieron negarla para siempre?
De ser así los sueños tendrían sentido: un oasis de locura en medio de una realidad asfixiante…
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Interesante punto de vista sobre ti misma.