Hasta pronto, Capitán
Hay que despedirse, incluso de los lugares, sin que esto implique no volver a visitarlos. Se trata de poner un alto a los recuerdos, de reconocer su existencia pero señalarles hasta dónde pueden llegar.
Hay que despedirse de los lugares, del desayuno, de lo cotidiano. Hay que darse un momento de dolor y de complacencia, hay que quedarse inmóvil por un instante y ser consciente de los movimientos de la tierra, del universo. No hay que olvidar nunca que lo constante es el cambio.
Hay que perderle miedo a la incertidumbre del mañana y darle a cada día su oportunidad.
Es tiempo de despedirse, un beso en la frente, un abrazo… miradas que se cruzan, promesas que se evitan.
Buena estrella, ¡Hasta pronto, Capitán!
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