Estaba desesperada buscando ese documento. Había revisado en carpetas, libros, maletines, bolsas, arrumes de papel que siempre prometía que iba a limpiar y a donde cada día llegaba uno más. ¿Dónde carajos lo pude haber metido? Se preguntaba una y otra vez sin encontrar una respuesta. Abrió por tercera vez el cajón donde guardaba escritos personales, algunos regalos y, en general, recuerdos materializados en papel; era casi imposible que lo hubiese guardado allí pero prefería revisar, algo le decía que debía buscar en ese lugar y ella estaba acostumbrada a que sus impulsos o presentimientos siempre la llevaban por el mejor camino, aun cuando este fuese inesperado. Y esta vez no hubo excepción. Encontró una hoja arrugada, doblada por la mitad, manchada de café, conservando ese olor; aquello le llamó la atención y procedió a abrirla. Era su letra pero no la de siempre: inclinada un poco a la derecha, más alargada que redonda, era la letra que usaba cuando algo le parecía importan...
*** Este no debió ser un domingo en el que yo estuviera sola, encerrada con mi perra, arreglando desperfectos de mi apartamento y tratando de entender por qué me siento tan agobiada. Este domingo debimos haber despertado juntos, yo debí haber preparado algún desayuno especial, seguramente con panqueques y él debió haber lavado la loza con el delantal de El Capitán. En cambio, tengo un domingo en el que llevo varias semanas sin haber encontrado mezcla para panqueques, desayuné con chocolate, huevos y pan y el chocolate lo dejé a la mitad y los trastes los voy a lavar en la noche, con todo lo demás. Tengo un domingo cualquiera, como si todos los eventos del último año no hubieran sucedido, no por falta de recordación, sino por la monotonía de los días que han hecho de un día especial el letargo de una vida, el cansancio, la soledad, el silencio de quien languidece en la ausencia. Este debió haber sido un domingo de celebración, en cambio tengo un domingo de pena. **...
Estuve mucho tiempo ideando la manera de escribir este post. No sabía con exactitud cómo empezarlo, ni cómo organizar las ideas para que el lector lograra entender su sentido sin caer en el error de pensar en que este es solo el berrinche de una mujer amargada o la reivindicación de un feminismo fuera de sentido y de contexto, el cual he manifestado abiertamente que no poseo. De lo único que estuve segura desde el principio fue de su título “miedo a ser bonita”, que más allá de representar un problema con mi autoestima y en general, una deficiencia en mi salud mental, simboliza la encrucijada a la que nos vemos enfrentadas todos los días las mujeres que, como yo, sentimos gusto por vernos bien, bonitas, arregladas, con una camisa, un pantalón o una falda que se vea bien con nuestra figura; y el riesgo que ello genera para nosotras por las constantes faltas de respeto a las que nos vemos sometidas. Para nadie es un secreto el machismo imperante en nuestra sociedad, tampoco es un secret...
Comentarios