XXIX
En el lugar que pisaron sus pies
las flores decidieron nacer,
lirios blancos vi crecer
y una rosa azul florecer.
Sus pétalos atraparon al cielo
y aquella rosa provocaba sed.
La rosa olía a sangre, olía a sal,
las espinas de su cuerpo no podían sangrar.
Ante la tentación de probarla, cedí,
mi boca supo a tierra mojada.
Sentí el peso de muchas vidas en la espalda,
oí la voz de una niña que se alejaba.
Al lugar que pisaron sus pies
las libélulas quisieron volver
y las flores decidieron crecer
en la tierra donde sus ojos vi llover.
Comentarios