*** Este no debió ser un domingo en el que yo estuviera sola, encerrada con mi perra, arreglando desperfectos de mi apartamento y tratando de entender por qué me siento tan agobiada. Este domingo debimos haber despertado juntos, yo debí haber preparado algún desayuno especial, seguramente con panqueques y él debió haber lavado la loza con el delantal de El Capitán. En cambio, tengo un domingo en el que llevo varias semanas sin haber encontrado mezcla para panqueques, desayuné con chocolate, huevos y pan y el chocolate lo dejé a la mitad y los trastes los voy a lavar en la noche, con todo lo demás. Tengo un domingo cualquiera, como si todos los eventos del último año no hubieran sucedido, no por falta de recordación, sino por la monotonía de los días que han hecho de un día especial el letargo de una vida, el cansancio, la soledad, el silencio de quien languidece en la ausencia. Este debió haber sido un domingo de celebración, en cambio tengo un domingo de pena. **...
Querido Señor Lector: Antes que nada quiero agradecerle sus repuestas y comentarios sobre mi posible partida, usted sabe que si estoy aquí es por usted y para usted. Y usted que tanto me conoce sabía que iba a volver... y no por la debilidad de mis decisiones, sino por la fuerza de sus argumentos. Sí, debo reconocerlo, usted tiene toda la razón ¿Por qué abandonar una lucha constante por una estación sin importancia? Además, las estaciones pasan, mis metas y mis palabras se quedan aquí y serán la confirmación de que en algún momento existí. Le pido que me tenga paciencia, Señor Lector, usted sabe que tanto mi ánimo como mi cordura son volátiles y quizá mis pensamientos no sean fáciles de entender... Sin embargo, usted y yo tenemos una relación más bien larga y sé que usted ha aprendido a conocerme en este tiempo. ¿Lo recuerda? fue hace dos años, un domingo, más exactamente el segundo de junio, en que decidí abrirle mi corazón y contarle de mis sueños, mis nostalgias, mis alegría...
Estuve mucho tiempo ideando la manera de escribir este post. No sabía con exactitud cómo empezarlo, ni cómo organizar las ideas para que el lector lograra entender su sentido sin caer en el error de pensar en que este es solo el berrinche de una mujer amargada o la reivindicación de un feminismo fuera de sentido y de contexto, el cual he manifestado abiertamente que no poseo. De lo único que estuve segura desde el principio fue de su título “miedo a ser bonita”, que más allá de representar un problema con mi autoestima y en general, una deficiencia en mi salud mental, simboliza la encrucijada a la que nos vemos enfrentadas todos los días las mujeres que, como yo, sentimos gusto por vernos bien, bonitas, arregladas, con una camisa, un pantalón o una falda que se vea bien con nuestra figura; y el riesgo que ello genera para nosotras por las constantes faltas de respeto a las que nos vemos sometidas. Para nadie es un secreto el machismo imperante en nuestra sociedad, tampoco es un secret...
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