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Reminiscencia

Tú juegas y saltas. Me arrastras Y olfateas la vida. Es junio y somos felices, ingenuamente lo somos. Tú corres y muerdes. Me persigues y muerdes la vida. Es agosto y somos inquietas, locamente lo somos. Tú ladras y gruñes. Me muestras los dientes Y odiamos la vida. Es julio y somos impulsivas, amargamente lo somos. Tú halas y huyes. Me evitas y juegas con la vida. Es marzo y somos más maduras, lentamente lo somos. Tú caminas lento y pausado, te sientas, se acaba la vida. Es septiembre y empezamos a despedirnos, lo inevitable se acerca. Llegará octubre de nuevo Y soy incapaz de pronunciar tu nombre Y en la soledad de mi llanto descubro que al dolor también le sé guardar aniversario.

DE LA INJURIA Y LA CALUMNIA O LAS ESTRATEGIAS DE CONTROL Y ENCUBRIMIENTO DE LOS AGRESORES

Iniciaré este escrito con un relato de mi adolescencia. Han pasado varios años y tal vez cometa algunas imprecisiones producto del paso del tiempo, trataré de ser lo más fiel a mi recuerdo. Cuando estaba en el colegio, hacia el grado noveno (curso que inicié con 14 años y culminé con 15), empezó a correr el rumor de que uno de los profesores de educación física tenía una relación con la una niña de un grado inmediatamente inferior al mío. A ese profesor lo llamaré Federico y a la estudiante Sara. Sara era una niña muy bonita de unos ojos grandes y expresivos y unos rizos envidiables. Yo recuerdo que cuando la veía pensaba “parce, a esta vieja le queda bien hasta el uniforme”. Recuerdo que era buena en los deportes y que cuando inició el rumor yo la veía constantemente en el gimnasio y en el cuarto donde se guardaban los materiales para la clase de educación física. De hecho, ahora que lo pienso, no tengo recuerdo de Sara en un uniforme diferente al de educación física.