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Mostrando entradas de abril, 2012

Sobre la adopción de parejas homosexuales

A mi me han llamado de muchas formas, muchas veces, por defender los derechos de las personas con una atracción sexual diferente a la de la mayoría. Me han dicho “pro-gay”, lesbiana, idiota, pecadora, ignorante, sapa, metida, en fin; pero también me han llamado “guerrillera” cuando expreso mi opinión frente a muchos temas sociales y a mi abierto disenso con personajes como Álvaro Uribe Vélez; me han llamado hereje cuando he dicho que no creo en los intermediarios, ni en las religiones, que creo en Dios y me comunico por línea directa; me han llamado fascista cuando hablo de errores que he visto en los movimientos de izquierda de mi país; me han acusado de perder el norte y mis prioridades cuando digo que amo a mi perra por encima de muchos seres humanos; y me han llamado desalmada cuando digo que el aborto debería estar despenalizado en Colombia y que debe ser elección de cada mujer decidir si lo hace o no. Así que no me preocupa mucho como me puedan llamar en respuesta a mis op

Enemigo Íntimo

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Últimamente pienso mucho en el tiempo. En su paso, sus regalos, sus enseñanzas, su andar casi imperceptible. A veces siento que de repente me desperté un día e iba cabalgando la línea de los 20’s –mis veintes- sin ser consciente de cómo llegué allá.  Con el tiempo he aprendido y me he acobardado; con el tiempo río menos, hablo más y callo lo importante; con el tiempo la valentía de la que me preciaba para hablar de mis pensamientos se ha ido desvaneciendo, cómo se desvaneció mi infancia y mi inocencia.  Con el tiempo las palabras se me ahogan en el pecho y me asfixian y aunque quisiera escupirlas con violencia, se me olvidó –o quizá me obligué a olvidar- la forma en que lo hacía. Pero con el tiempo también me volví menos violenta; con el tiempo aprendí que el evitar el enfrentamiento me hace mejor que dejarme llevar por la ira.  Con el tiempo he valorado más pero actuado menos; he visto y sentido los vientos de la muerte cerca, la propia, la de otros y soy consciente

Adriana

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(Stein)  Me alegra que estén aquí. Puede ayudarnos a decidir cuál de los dos está bien y quién se equivoca. Le he dicho a Pablo que este retrato no capta a Adriana; tiene universalidad pero no tiene objetividad (Pablo) -No, no. Usted no comprende bien, no conoce bien a Adriana. Mire, mire el movimiento; el dibujo es exactamente su representación. (Stein) -No, no tiene razón. Mire como lo ha hecho, llena de insinuaciones sexuales, carnales, hasta el punto de arder; y si, es preciosa, pero de una belleza sutil y sensualidad implícita. Bueno, ¿cuál es su primera impresión de Adriana? (Gil) -Es... ¡encantadora! (Stein) -¿Lo ve? No tiene más salida que aceptar. Está implícito. (Hemingway) -Desde luego, Stein, se ve por qué ha perdido toda objetividad. (Stein) -Ha pintado a un ser de la “Place Pigalle”, una puta de apetitos volcánicos. (Pablo) -No, no creo que sea así. Pero si usted la conoce… (Stein) -Si claro, si es su amante. Pero nosotros no la

X

"y si beso la osadía y el misterio de tus labios no habrá dudas ni resabios te querré más todavía." M.B. ¿A caso uno elige de quién y cómo enamorarse? ¿Se decide el cuándo, se tiene siquiera una sospecha del dónde? ¿A caso los amores no son más que forasteros, que vienen de paso a robarnos recuerdos, a sembrarnos ilusiones, a llevarse risas, sueños y anhelos? ¿A caso el amor sabe a libertad o será solo mi utopía? ¿Eres el sueño que tuve en primavera, aquel que el otoño traería?

Poeta

¿A dónde se han ido los poetas que ya no cabalgan en la noche oscura, ni susurran frases que saben a locura, a nostalgia, a sentimiento? ¿A dónde ha ido la palabra, la que embriaga, la que roba el aliento la que no miente, la que sonríe, la que le arranca un pedazo de vida al averno? ¿A dónde ha ido el canto, el beso, la magia, la seducción de la mirada, la tibieza de los cuerpos? ¿A dónde ha escapado mi poeta que en la noche fría se aparta pensando, taciturno, en sus quimeras? Y yo extrañándole aquí, perdida, lejana…

Elección

        Sentada como siempre en su sillón favorito, la mirada se mantenía fija sobre el papel. El abuelo se acercó acariciando con delicadeza sus hombros y dijo: -Deberías salir, hija. Necesitas darte un respiro -No hay nada allí afuera que no tenga conmigo en este momento. Todo lo que necesito es mi radio, mis libros y mis películas- respondió ella sin levantar la mirada. -No se puede vivir a través de canciones, películas y libros. No se puede alquilar una historia, ni vivir a través de una fantasía, en algún momento será necesario enfrentarse a la realidad. Y desde ese día ella perdió la razón. Abrumada por la idea, prefirió entrar en el universo de la locura. Si el mundo era aquello que ella veía a través de su ventana, la realidad no era el trago que le apetecía beber.