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Mostrando entradas de septiembre, 2011

Vivir

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Pase lo que pase nunca pierdas tu inocencia... ¿Y qué si nos equivocamos una vez? ¿O dos? ¿O muchas? ¿Y qué si hemos tomado una mala decisión, si torcimos el camino por capricho o por desesperación? ¿Qué pasa si hemos querido ir hacia el norte cuando la lógica exigía que fuéramos hacia el sur? ¿Qué de malo tiene haber comprobado mediante el error que somos humanos? sin ninguno de aquellos ramales seríamos lo que somos hoy. Equivocarse es sentirse vivo, aprender es justificar la existencia. Si la vida es un inmenso camino lleno de elecciones es normal errar, caerse, maldecir, llorar, sentirse frustrado… ¡Gritar! Vivir implica todo eso y más. Es la infinita oportunidad de sentir, de experimentar, de disfrutar el roce de cada susurro del viento, plagado de un olor a vino, que recorre uno a uno todos los espacios de nuestra piel.  Vivir para ver colores, formas, capturar imágenes… ¡almacenar recuerdos! Vivir, vivir y vivir, saborear una mora, morderla suavemente, de

Escribir

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Esto va a sonar raro y quizás a nadie más le importe, pero a mi me gusta verte escribir... I -Escribe Fénix, ¡escribe!- me decía ella mientras, a través de una fría pantalla, intentaba encontrar una forma de hacerme sonreír. -Es que me va a salir feo, Dino- le respondía a cada rato, tratando de explicarle que a pesar de la existencia de un motivo, me daba pena escribir siempre en mis bajos estados de ánimo porque paradójicamente es cuando siento que todo fluye. -No importa, tu eres toda inspirada- repetía ella y la idea empezó a retumbar en mi cabeza, así que abrí un documento nuevo y los dedos empezaron a digitar casi que por sí solos.  II -Está muy bueno, te luciste- dijo Huggin cuando lo leyó y yo me sentía algo avergonzada porque era algo corto, simple, sacado del dolor y de la ira y no comprendía como carajos a alguien le podía parecer “bueno” (sí, bueno, sin el “muy”).  III Hoy me desperté  sintiéndome diferente. Cuando comprendí que había dejado de soñar, me toqué l

Puerta Cerrada

Sé que no escuchaste las canciones que te dediqué salvo una o dos. Sé también que odias mis malas palabras y mi mala postura, que siempre fui muy infantil, muy necia, muy común, muy hippie, que se yo. Sé que no soy una modelito, ni tengo los ojos claros, ni tengo un trabajo de oficina, ni me pinto las uñas ni los labios.  Sé que me falta cordura, que piensas que tengo unos kilos demás, que crees que soy débil, que detestas mis cursilerías, mi romanticismo, mi forma de ser tan trascendental. Sí, sé que nunca fui nada que quisiste que yo fuera. Pero también sé que soy lo que soy y nada más, que no puedo ni quiero ofrecer más allá porque no voy a fingir, no voy a hacer promesas que se queden en un “tal vez”, ni voy a sacar excusas para mi comportamiento errático. Sé que podría echarte en cara cada uno de tus errores, sé que podría tomar el papel de la víctima y reprocharte cada una de las veces que me sentí lastimada pero no soy tan cobarde para evadir mi responsabilidad en esta debacl

Sorpresa

Sintió un vacío en el estómago, un frío súbito recorrió su espalda y sus manos empezaron a ir de un lado a otro sin que él pudiera controlar sus movimientos. Dio media vuelta y tomó aire, quizá había visto mal. Giró su cuerpo lentamente y la vio. Su perfil continuaba siendo el mismo. El cabello recogido por una diadema, caía libremente sobre su espalda, los ojos se mantenían vivos y fijos en un algún documento, los labios apretados y rojos resaltaban en un relieve perfecto y la nariz un tanto redonda le recordaba las bromas que solía hacerle. No sabía si ella conocía o no que estaba siendo observada a través del cristal, pero de cualquier manera debía enfrentarla. Tomó aire y entró en la sala de juntas. -Buenos días - Buenas tardes- respondió ella sin alzar la mirada. -Son las 8:00 am, aun son buenos días -Eso fue hace cuarenta minutos. -¿Perdón? -Señor, usted me ha hecho esperar 40 minutos para la revisión de un contrato que debe estar listo al medio día, así que no me haga pe

Amor real

-¿Como se siente señorita? -¿Le importa? -En realidad no, pero si quiero tener sexo con usted debo encontrar alguna excusa para acercarme. Y ella lo amó por siempre por ser el hombre más sincero que jamás conoció.