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Más ansiedad que persona

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Hablemos un poco sobre lo que es vivir con ansiedad y tener que comportarse como cualquier persona más. La primera batalla ocurre al despertar. Los pensamientos se agolpan y las decisiones más simples se convierten en un martirio ¿Qué hago primero, me baño o tiendo la cama? ¿Y si mejor desayuno y después me baño? Y la disertación toma lo suficiente como para que al cabo de media hora sientas que el día arrancó mal porque ya estás hecho un ser totalmente improductivo, de esos que pierden el tiempo decidiendo tonterías. Ahora vayamos a las reuniones sociales ¿Saben lo que es no querer salir de casa pero obligarse a hacerlo en el afán de no quedar mal, de no ser la amiga incumplida o de cumplir con las obligaciones laborales? Y eso ocurre en los mejores días, en los peores la pelea se pierde y una se siente vaga, desconsiderada, irresponsable, impotente e infeliz, rota o al menos defectuosa, con una cabeza que no deja de murmurar la pregunta ¿Por qué no puedo ser como la gente ...

XXXI - Litio

Llegó la pena oronda a reírse placentera, con esa risa socarrona en mi cara agorera. Me señalaba intimidante, y con su risa macabra de mi dolor hacía una espera. La pena se reía y yo quería matarla, acuchillar la risa de mi pena y de un machetazo acabarla. ¡Cuánta violencia en ese pensamiento! me gritaba la cordura y el raciocinio era todo lo que tenía, mientras la pena en el pecho calaba. ¡La mato!, ¡La mato!, ¡La mato! Gritaba mirándome al espejo, mi retrato respondió, ella también con una sonrisa: “La pena no se muere si no la lloras”. Dijo mostrando la mitad de los dientes. Mis manos fueron a mi garganta buscando aire, tocaron mi rostro anhelando una expresión. El litio insensible se escondía y en mi bolsa aguardaba a la siguiente comida. Escuchaba de cuclillas la risa de la pena y con vergüenza reconocía haber escondido mis lágrimas en mis venas.

DÍAS MALOS

Hay cosas que han sido importantes para mí y que me han ayudado en esta montaña rusa del TAB, entre esas están las rutinas. El asunto es sencillo: me despierto a la misma hora todos los días, 5:30 am, abro los ojos sola, las alarmas no funcionan. Si me lo propongo, en un día extraordinario me levanto más tarde, pero el sueño lo vuelvo a conciliar después de haber abierto los ojos a las 5:30 de la mañana.  Tomo mi celular o la tableta y reviso las noticias, luego me levanto al baño, me doy una ducha, llego al cuarto, me cambio, desayuno, me arreglo el cabello y me maquillo, tomo la maleta y me voy. Así es de lunes a sábado. Pero hoy fue diferente. Me desperté a las 7:20 de la mañana, siempre miro el reloj al despertar. Me sentí molesta y confundida, angustiada, recordé todo lo que tenía que hacer, me dolía la cabeza e hice cuentas del tiempo que dormí: cuatro horas. Las manos me estaban temblando y me sentía muy confundida, no fui al baño, no leí las noticias, me quedé en ...

XXI - Bajón

¿Qué hago con los días malos, Colibrí? Si sólo cuento conmigo Y a veces soy mi peor compañía… Cómo te explico el asunto. Cómo te cuento que estoy lenta, que no tengo ganas, que tengo mucha tristeza y que por alguna razón mi cabeza se llena de motivos. Cómo te explico que me duele, si no puedo señalarte dónde… Cómo hago si no sé qué decir, si me quedo muda porque no entiendo, si la vida y el mundo son extraños y todo me parece una gran confusión.

Un Amor Bipolar

Íbamos caminando entre los árboles que custodiaban las calles, tropecé varias veces, estaba nerviosa y entusiasmada. El día anterior me había decidido a invitarle a salir y él había aceptado sin problema. Caminamos mucho, más de dos kilómetros y la conversación fluía de forma espontánea, con cada paso había más intimidad entre nosotros, hablamos de música, de literatura, de fútbol, de lo que queríamos, de lo que no tolerábamos, de cómo éramos… de repente me sentí cómoda para contarle que soy bipolar.  Le dije que tenía TAB, que estaba en tratamiento y que debía tener ciertos cuidados. Me agradeció la confianza y me contó que años atrás había tenido depresión, lo cual me sorprendió bastante. Hablamos de los tratamientos, de los efectos y de los aprendizajes que estos procesos traen. Luego llegamos a su oficina, dejamos su bajo ahí y salimos a comer algo, nos tomamos un par de cervezas y luego nos fuimos a un sitio que él me quería mostrar. Era una cervecería que quedaba e...

Viviendo con el TAB

Antes de continuar con la narración, quiero aprovechar para agradecer a las personas que se han interesado por esta iniciativa. A quienes me han leído, me han hecho preguntas y me han apoyado para que siga pues lo consideran un buen ejercicio. Mil gracias. Respondiendo a la pregunta que me hizo un Anónimo no siento que me exponga demasiado, pues aquello con lo que no me siento cómoda prefiero guardármelo o escribirlo con cuidado para que quien lea entienda que es un asunto “difícil”. Había dejado el relato en la aceptación del trastorno y el encuentro con la medicación. Ninguno de los dos resulta fácil. Existe un miedo inmenso a ser diagnosticado con una enfermedad mental, creo que este miedo proviene del estigma que la sociedad ha generado al respecto. Esto dificulta las cosas, no sólo para quien tiene el diagnóstico sino para su familia y amigos, pues aparecen sentimientos de culpa, preguntas acerca de qué se ha hecho mal, vergüenza y negación, siendo esta la más nociva....

Bipolar

Será esta la primera vez en la que hable sobre este tema, el trastorno con el que convivo tal vez desde que nací y que algunos días me hace la vida de cuadritos, otros me llena de esperanza con un futuro prometedor y otros me deja vivir como si nada y como si todo. Las sospechas sobre el trastorno afectivo bipolar (TAB) empezaron en la adolescencia, cuando los cambios propios de todas las adolescentes, en mí se manifestaron de una forma más fuerte, el diagnóstico llegó tiempo después, antes de los 17. Empezó la medicación, la terapia, pero no hubo charlas, nadie me explicó de qué se trataba, mis padres tampoco lo sabían, el médico psiquiatra se dedicaba a recetar cada vez más y más medicamento, las dosis aumentaban, el cuerpo lo rechazaba, el galeno no me escuchaba, pensaba que sólo me resistía, vinieron los vómitos, los problemas estomacales, los dolores, el fastidio, el temor, la ansiedad, la rabia, las dudas ¿Y si no lo tengo? ¿Y si me estoy envenenando con medicamentos?...