Un Amor Bipolar


Íbamos caminando entre los árboles que custodiaban las calles, tropecé varias veces, estaba nerviosa y entusiasmada. El día anterior me había decidido a invitarle a salir y él había aceptado sin problema. Caminamos mucho, más de dos kilómetros y la conversación fluía de forma espontánea, con cada paso había más intimidad entre nosotros, hablamos de música, de literatura, de fútbol, de lo que queríamos, de lo que no tolerábamos, de cómo éramos… de repente me sentí cómoda para contarle que soy bipolar. 

Le dije que tenía TAB, que estaba en tratamiento y que debía tener ciertos cuidados. Me agradeció la confianza y me contó que años atrás había tenido depresión, lo cual me sorprendió bastante. Hablamos de los tratamientos, de los efectos y de los aprendizajes que estos procesos traen. Luego llegamos a su oficina, dejamos su bajo ahí y salimos a comer algo, nos tomamos un par de cervezas y luego nos fuimos a un sitio que él me quería mostrar.

Era una cervecería que quedaba en una casa antigua, de pisos de madera, bastante tradicional. En el primer piso preparaban asados y en el segundo estaban las mesas. Nos sentamos mirando hacia la carrera séptima, una de las más emblemáticas de la ciudad. Me sugirió una cerveza negra (mi favorita) y acepté su consejo, él pidió una rubia y seguimos hablando.

Dos cervezas más tarde no aguanté más y le dije que me gustaba. Recuerdo que nos reímos juntos, que él me contó que también le gustaba y que luego de eso nos dedicamos a darnos besos y reír. Así fue toda la noche.

Seguimos saliendo, nos seguimos conociendo y nos convertimos en un par de buenos compinches, éramos amigos y nos preocupábamos el uno por el otro. Y claro, nos queríamos. Él procuraba estar pendiente de mi salud sin ser invasivo, me preguntaba cómo estaba y enloquecía cada vez que yo salía con algún chiste cruel sobre el tema.

Un día, le pedí que cuando notara que algo no fuera bien me lo dijera, su respuesta fue “nena, hasta el momento no has 'flipado', pero cuando lo hagas, seguro que te aviso” y nos partimos de la risa los dos. 

La relación siguió su rumbo natural y tuvo un final muy tranquilo. Despedidas sin frases cliché y un deseo genuino de que el otro estuviera bien. Y vino el momento de afrontar la tusa.

En un comienzo, no hubo mayor problema, mi agenda estaba apretada, tenía mucho trabajo, mi mente no tenía espacio para pensar en el rompimiento, pero luego, cuando todo pasó, lo extrañé, lloré, me pregunté si había hecho lo correcto, viví el duelo y tuve que tomarme un tiempo prudente para involucrarme con alguien más.

Así es enamorarse siendo bipolar, básicamente el proceso ocurre de la misma manera que con las demás personas. Claro, hay que tener en cuenta que existen factores que pueden cambiar la situación, por ejemplo, tener inseguridades, problemas de autoestima, entre otros, sin embargo, vale la pena aclarar que dichos problemas no son exclusivos de quien tiene un diagnóstico psiquiátrico, sino que pueden presentarse en todas las personas y sobre los mismos hay que trabajar para construir relaciones sanas.

Se presentan dificultades como la pregunta de ¿En qué momento le digo? ¿Cómo lo va a tomar? ¿Me irá a rechazar? Pero estas preguntas van teniendo respuesta con el tiempo. Es importante conversar el asunto, no obstante, esto debe ocurrir en un momento adecuado, tranquilo, donde se abra el espacio a las preguntas, donde ante todo exista confianza, así que para lograrlo, es importante que con anterioridad exista una muy buena comunicación. Y sí, hay personas que se asustan, que deciden alejarse, pero eso no debe ser visto como una derrota o un rechazo, por el contario, es una elección acertada en la medida en que si alguien no se siente preparado para asumir que su pareja tenga TAB lo más sano es detenerse antes de que haya más sentimientos involucrados.

Por otro lado, está el manejo de los síntomas respecto a la pareja. Por lo general, cuando las personas entablan una relación lo hacen para obtener bienestar mutuo y esto se obtiene –entre otras cosas- a través de la estabilidad, así que, en mi caso, siempre me preocupa que mis cambios de ánimo afecten la estabilidad con mi pareja, llegando a tal punto que lo que suelo hacer es guardar para mí los momentos en los que no me siento bien y tomar distancia mientras pasa la tormenta. Esto no es del todo acertado, lo sé y por lo mismo diré que para mí ha sido la parte más difícil.

Finalmente, está el asunto de los rompimientos. Los duelos pueden ser más difíciles de llevar, pero se pueden hacer planes de acción para asumirlos, vivirlos y superarlos. Asumirlos implica no evadir el tema, no cargarse de trabajo o embrutecerse con alcohol para que duela menos, no. Se trata de reconocer que el asunto terminó y que si, duele, pero será temporal.

Vivirlo implica sentir el dolor, llorar si es necesario, sentir la pérdida y asimilarla. Aquí es de gran ayuda rodearse de amigos y familiares que puedan escucharte y apoyarte y sobre todo, que puedan avisarte cuando la tristeza te está superando, esto se ve con cosas como si estás bajando de peso o aumentando de peso, si estás saliendo menos, si no haces o no disfrutas las cosas que usualmente te gustan, en fin.

Y superarlo, se refiere a aceptar la ruptura, a desterrar la esperanza y reconocer el tránsito que esa persona hizo por tu vida, con sus enseñanzas y sus buenos momentos.

Como pueden leer, no es nada que por lo general, las personas no hagan o no vivan, así es como se vive un amor bipolar.



Hasta aquí la entrada de hoy. De nuevo quiero agradecer a las personas que me han dejado mensajes y a aquellas que me alientan a seguir escribiendo. Aprovecho también para disculparme por el tiempo que tardé en escribir esta entrega, pero tuve un pequeño accidente en una mano y eso me impidió digitar con facilidad.

Ya saben, pueden dejar sus dudas, inquietudes y comentarios aquí abajito. Si pueden firmar con un nombre, así no sea el real, sería maravilloso, así sería más fácil responderles.

Comentarios

María del Carmen ha dicho que…
Me conmueven tus escritos. No sé cómo te sientes, porque no tengo TAB, pero eso me ayuda a entender a amigas que parecen tener sensaciones parecidas a las que describes (aún sin saber si tienen el mismo trastorno), y sobre todo, a no juzgar eso como un "simple show". En cierto modo, como amiga, quisiera saber qué hacer -o no- para servir de apoyo a esas personas cercanas que pueden vivir experiencias parecidas. Gracias.

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