Adriana





(Stein)
 Me alegra que estén aquí. Puede ayudarnos a decidir cuál de los dos está bien y quién se equivoca. Le he dicho a Pablo que este retrato no capta a Adriana; tiene universalidad pero no tiene objetividad


(Pablo)
-No, no. Usted no comprende bien, no conoce bien a Adriana. Mire, mire el movimiento; el dibujo es exactamente su representación.


(Stein)
-No, no tiene razón. Mire como lo ha hecho, llena de insinuaciones sexuales, carnales, hasta el punto de arder; y si, es preciosa, pero de una belleza sutil y sensualidad implícita.

Bueno, ¿cuál es su primera impresión de Adriana?


(Gil)
-Es... ¡encantadora!


(Stein)
-¿Lo ve? No tiene más salida que aceptar. Está implícito.


(Hemingway)
-Desde luego, Stein, se ve por qué ha perdido toda objetividad.


(Stein)
-Ha pintado a un ser de la “Place Pigalle”, una puta de apetitos volcánicos.


(Pablo)
-No, no creo que sea así. Pero si usted la conoce…


(Stein)
-Si claro, si es su amante. Pero nosotros no la conocemos de esa manera. Emite un juicio de pequeño burgués, convirtiéndola en un objeto de placer. ¡Eso parece más una naturaleza muerta que un retrato!


(Pablo)
-No, no ¡Yo no estoy de acuerdo!



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me confundió, no esperaba menos. =)

Entradas populares de este blog

Memorias de un día que no fue

Veinticinco

Buen Viento y Buena Mar