Cambio

Muchas veces he dicho que las personas no cambian porque otro(s) se lo pida, sino porque encuentra un beneficio propio en el cambio. He dicho también en que no creo en esos “cambios por amor” y me atrevo a llamarlos mentiras, chantajes emocionales que solo durarán mientras se logra amarrar a alguien o al menos mientras se sienta la seguridad de que esa persona no se va a ir.

Sin embargo las personas si cambian, para bien o para mal, pero cambian. Unas deciden culpar a la vida, otras a un(a) mal amante, otras a un(a) mal(a) amigo(a), algunas a ellas mismas y unas pocas cambian porque simplemente se les dio la gana. Conozco a alguien que lo hizo, que logró vencer parte de sus miedos y decidió tomar las riendas del carruaje que transporta sus sueños, que logró encontrar la armadura casi perfecta que le permitiera mostrar su rostro, pero solo a quienes fuesen dignos de verle. Y hasta ahora a ese alguien le va muy bien.

No vive cargando culpas ajenas, no se atormenta por lo que fue o no pudo ser, vive al día sin preocuparse por el mañana. Y después de curar su alma, de lograr ver dentro de ella, de aprender a no tenerle miedo al miedo, aprendió a amar. Comprendió la diferencia entre el cariño sincero y un capricho cargado de frustraciones, aprendió que para perdonar no siempre se olvida, pero si se recuerda sin dolor, y que la felicidad no es eterna sino está llena de pequeños momentos que logran entrar en su corazón y alegrarle la vida.

Y aunque hay cosas que aun le atormentan, prefirió dejarlas a un lado y dedicarse a soñar con unos ojos del color de la coca-cola.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
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