Sacha

Recuerdo perfectamente el día en que la conocí. Me habían llamado por teléfono a decirme que me tenían un regalo de cumpleaños atrasado, que tenía que ir a una oficina a recogerlo, no me dieron más pistas, solo me dijeron que fuera rápido e incluso sentí un tono de mal humor en la voz de quién me llamó. Me tomó 40 minutos llegar, mi padre me llevaba en su carro porque quien llamó precisó que él también debía ir.

Cuando llegamos, saludamos al señor X, tuvimos una corta conversación donde me preguntó como estaba, que tal el estudio, mi salud, en fin, la cortesía habitual que se maneja con esas personas que nos tienen algo de cariño y a quienes nosotros tenemos respeto. Luego le dijo a mi padre algo, él sonrío y le dijo “pero doctor, mi esposa nos va a matar”, el señor X sonrío y respondió “Yo no sé cómo va a convencer a su mujer, la decisión está tomada”. En seguida me llamó y me dijo que lo acompañara a una oficina cercana.

Nos subimos los tres en la camioneta. El Señor X me peguntó qué día era y recuerdo haber respondido “27 de Agosto”, se rió y dijo que esperaba que el regalo me gustara lo suficiente para justificar un mes de retraso. El lugar al que íbamos quedaba a unas pocas cuadras pero para mí el trayecto fue eterno. Cuando llegamos mi padre se quedó en la camioneta, el Señor X y yo bajamos. Timbró y nos abrió la puerta un señor algo mayor, me pidió que esperara en la sala, mientras él caminaba hacia la parte trasera de la casa, después escuché que se habría una puerta y fue en ese momento cuando la vi por primera vez, yo diría que fue amor a primera vista, corrió hacia mí y se lanzó sobre mi pecho, la abracé y sentí que nunca quería separarme de ella.

Era pequeñita, tierna y muy juguetona, no dejaba de dar vueltas a mi alrededor, saltaba para que la alzara y luego quería salir corriendo de nuevo, me daba pequeños mordisquitos en las manos y lamía mi rostro, el Señor X tenía toda la razón, el regalo no solo justificaba un mes de espera, sino toda mi vida. Desde siempre había querido tener una mascota y ahora que la tenia frente a mi no lo podía creer.

El señor que había abierto la puerta me contó que se llamaba Sacha, había nacido el 21 de abril y provenía de una camada de labradores cuya madre participaba en diferentes competencias, que por lo mismo debía tenerle muchos cuidados porque esos perros eran propensos a enfermarse. Ella mientras tanto se acomodó en mis piernas, ese día hacia mucho frio pero yo sentía como si tuviese una cobijita suave y muy calientita sobre mí, me miraba a los ojos y yo descubrí que ella tiene la mirada más tierna que jamás he visto.

Me entregaron todo lo que le pertenecía, una cobijita pequeña, un lazo, una pelota, una taza para su comida y un carné de vacunación donde decía que yo era la dueña. Subimos mi padre y yo a la camioneta y la llevamos a casa, en el trayecto pensábamos qué le íbamos a decir a mi madre, que pasaría si nos decía que no la aceptaba en la casa, qué íbamos a hacer.

Llegamos y mi mamá le preguntó a mi padre por el regalo, yo entré detrás de él y mi madre vio a Sacha. Nos dijo que había dejado muy en claro que no quería perros en la casa, nos regañó, se puso de mal genio con el Señor X, dijo que teníamos que buscarle casa, que la nuestra iba a empezar a oler a perro, que ella no estaba dispuesta a limpiar mierda… en fin. Yo bajé a Sacha y me puse a jugar con ella y su pelota, de pronto y casi instintivamente decidió dejar de llevarme la pelota a mí y se la llevó a mi madre, se metió entre sus piernas y puso exactamente la misma mirada que me había puesto a mí. Es imposible resistirse a esa mirada y mi madre dijo que se iban a poner reglas en la casa: Sacha se quedaba pero ella no se iba a encargar de ninguna de sus cosas. Mi abuelita, si se mantuvo firme, ella no la quería y eso no iba a cambiar.

Sacha se fue metiendo en nuestras vidas de una manera increíble, estaba pendiente de cada uno de nosotros cuando sabía que íbamos a llegar, se emocionaba cada día que se despertaba en nuestra casa y nos saludaba con alegría a todos. Yo le empecé a enseñar trucos y la educamos bastante bien, al punto de que sus necesidades las hace en un baño de la casa que no se usa.

Con el tiempo creció bastante y no pude conservar fotos de ella cuando estaba pequeña porque en ese entonces la cámara digital no había llegado a esta casa. Se volvió un miembro más de esta familia, se ganó el corazón de todos, el de mi abuelita fue el más complicado pero solo diré que ahora duerme en su cama… es muy inteligente y tiene el don de conocer cada uno de nuestros estados de ánimo, ha sido mi consuelo más de una vez, ha lamido mis lágrimas y me ha cuidado noches enteras en las que he estado enferma. No soporta estar cerca a alguien que está de mal genio, no soporta tampoco el olor a cigarrillo y de cierta forma parece que me recriminara cada vez que huele mis manos y descubre que estuve fumando.

Hace un tiempo enfermó y estuvo tan mal que pensamos que podía morir. Yo sentía que una parte de mi alma estaba en peligro y que me arrancaban un pedazo de mí cuando me dijeron los doctores que debía quedarse hospitalizada. Todos los días la iba a ver y cada vez que me miraba sentía que me recriminaba por dejarla allí, nunca nos habíamos separado tanto tiempo. Adelgazó y aun después de salir de la clínica, le llevó un tiempo volver a ser tan bonita y activa como antes.

De ella debo decir que me h
a alegrado la vida, que me ha escuchado, que ha sido el único ser que nunca me ha defraudado, que la amo con toda mi alma… ahora entiendo porqué dicen que el mejor amigo del hombre es el perro. Es selectiva y percibe cuando alguien no tiene buenas intensiones, yo digo que tiene algo así como “perronalidad”, le encantan los niños y sabe lidiar perfectamente con una amiga que acaba hasta con la paciencia de Job. Le gusta que la consientan y cuando alguien le da confianza, es juguetona y tierna, es también muy celosa y solo deja acercar a las personas que le caen bien, y a decir verdad, yo confío plenamente en su criterio.

Esa es la historia de Sacha, la linda labrador que llegó a mi vida hace 6 años para convertirse en la mejor amiga y cómplice de cuatro patas.

Comentarios

ZuleimyTerrerosB ha dicho que…
hay esa perronalidad de sacha es inigualable, indudablemente una de las mas lindas mascotas que he tenido el gran placer de conocer!!!
YMarcela Sánchez J. ha dicho que…
jajajajajajaja q bonito poder leer una historia tan bonita, definitivamente esa es Sacha, inigualable y hermosa...

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