A Quien Le Interese

Te despiertas un día y te das cuenta de que tienes un montón de mensajes sin leer, miles de compromisos por cumplir, una lista de visitas en espera que aún no realizas, te das cuenta de que el tiempo no te alcanza todo lo que quisieras, que una amiga te espera para contarte sus líos y confusiones, que algún familiar necesita un favor, que algún amigo tiene una duda sentimental que lo hizo venir a ti en busca de alguna respuesta y que además, las lecturas y los trabajos están más fuertes de lo normal.

Y al final del día, luego de los trabajos, de las lecturas, de los amigos, de la familia, descubres que aun hay alguien esperándote. Te posas frente al espejo y te ves a los ojos, te sorprendes al verlos hermosos a pesar del cansancio y entonces es cuando te ocupas de ese alguien que te esperó todo el día… entonces es cuando le preguntas cómo está, cómo se siente y te das cuenta de que llevas días cargando un peso que no te pertenece, que estas cansada de ser el motor, el motivo y la responsable de todo, que quieres entregar ese mando que no sabes cuándo te fue delegado, que quieres desaparecer y fijarte si el mundo te extraña, que quieres dejar de dar consejos y que en cambio te pregunten cómo estas, cómo estuvo tu día porque estas harta del abandono, incluso de ti misma, porque quieres fingir que eres completamente ignorante para que el mundo deje de venir a ti en busca de respuestas, porque quieres darte la oportunidad de actuar libremente, aun sabiendo que te puedes equivocar, aun sabiendo que puedes caer, que te puedes lastimar, pero teniendo la certeza de que nadie te hará reproches, de que no existirá ningún dedo capaz de señalarte, de que ningunos ojos te mirarán tratando de encontrar una razón, sino que solo estarán pendientes de tu regreso.

Te encuentras contigo misma y sabes que no hay excusas en ese momento, que no hubo falta de tiempo, que eres completamente responsable y que lo peor es que no sabes cómo salir de ahí porque, luego de mucho andar por la vida, has descubierto qué es el miedo y has sentido como su naturaleza aplastante se posa frente a ti, como un muro que no te atreves a derrumbar, siquiera a saltar.

Y justo es en ese instante donde decides dejar salir todo lo que llevas dentro para gritarle al mundo que poco te importa el resto, que quieres darle un tiempo y un giro a tu vida, que estas cansada de ser la hermana mayor, la responsable, la sincera, la complaciente, la que siempre tiene una frase, la que no niega ayuda, la de la conducta moral rígida, la razonable, la de la sonrisa… te sientas frente a tu computador y escribes una carta como esas de recomendación, dirigida “a quien le interese”, dejas salir el odio, el reproche, el inconformismo, la náusea que te produce tu vida en este momento, te detienes al instante y piensas ¿Será que mejor la borro? Y cerrando los ojos para no verte apretar el botón das “click” en “publicar”…