Entre la Fantasía y la Realidad

Te enseñaron a creer en un mundo y un ideal de vida completamente diferente al actual y real. Te dijeron que las niñas deben ser femeninas, usar falda, jugar con muñecas, te dijeron que te debes ver bien y bonita y que así serías feliz. Te contaron cuentos donde las princesas frágiles y delicadas aguardaban pacientes la llegada del príncipe con el cual jamás volverían a sentirse solas, tristes, preocupadas, sino que tu vida sería totalmente perfecta, alejada de los problemas, las discusiones, las malvadas brujas, los dragones.

Y del amor… tanto que te dijeron del amor. Te contaron que era una sensación única con la cual te sentirías realizada, que probablemente sufrirías y derramarías algunas lágrimas pero que con la llegada de ese ser especial a quién le entregarías tu corazón, todo cambiaría. Los problemas se harían más llevaderos porque ahora se cargarían entre dos, las risas abundarían, la sensación de plenitud y de bienestar sería la constante en tu vida diaria, ya jamás te sentirías sola pues cada vez que la melancolía llamara a tu puerta podrías recurrir a ese ser mágico que secaría tus lágrimas, te abrazaría cuando lo necesitaras, te recordaría lo bonita y especial que eres, te diría cuanto te ha extrañado mientras has estado lejos, se preocuparía por escuchar tu voz, por saber qué piensas, qué quieres.

Luego creces y empiezas a ver que las cosas son diferentes. Te empiezan a gustar cosas distintas a las que se supone que deberían llamar tu la atención. De repente se despierta una extraña curiosidad por los carritos que más adelante se convierte en un gusto inigualable, en la fabulosa sensación de mover un carrito a control remoto jamás comparable con la cocinita que te compraron de niña y las muñecas de “gringa” perfecta que te han regalado en tu cumpleaños año tras año.

De repente te das cuenta de que eres diferente, que el fútbol es un deporte divertido y que una de las mejores sensaciones que existen es la que experimentas cuando corres tras de un balón, pateándolo y superando obstáculos, corriendo por ti y por tu equipo, impidiendo que otros te superen, tratando de evitar que se acerquen a tu portería y riendo con tus amigos luego de un “picadito” que te echaste en algún parque o, por qué no, en el colegio.

Entras en una crisis que se hace más fuerte cuando disfrutas más viendo un partido por tv que viendo algún reality o alguna novela, cuando además, el gusto por los automóviles no se ha ido y por el contrario, ahora quieres aprender más de ellos. La cosa se pone peor cuando sigue pasando el tiempo y al compartir con tus amigos no te da pena entrar a alguna rockola y “echar pola” con ellos, tomarte uno que otro aguardiente y hablar de toda la basura que a ellos y a ti se te pasen por la cabeza.

Te das cuenta que no fuiste la niña que te dijeron que debías ser, te ves al espejo y descubres que la mujer frágil y delicada no es la que a ti te da la gana de ser. Toda clase de cuestionamientos pasan por tu mente y ellos te critican tu forma de ser, de actuar, de pensar, de hablar. Te preguntas si la solución es cambiar, decir buenas palabras, abandonar el gusto por eso que se supone que es de hombre.

Pero luego de la confusión tomas la decisión de ser como a ti te parece. Te aceptas con tus gustos diferentes, con tu lado masculino y tu lado femenino. Aprendes que puedas usar rímel y unos tennis, con el escudo de algún equipo de futbol que te agrada, al tiempo y que así también te ves hermosa. Que no te interesa que te consideren o no una dama porque tu sabes qué eres, que quieres y así puedes ser feliz.

El problema es que vuelves a pensar en el amor y reconoces que eso no cambió, que sigues esperando a ese ser especial que seque tus lágrimas, que te apoye en los días difíciles, que te convierta en la protagonista de una historia capaz de robarle suspiros a cualquiera, que te llame solo para escuchar el sonido de tu voz, que te extrañe y quiera tenerte cerca, que no vaya solamente tras de tus curvas, tus piernas, tus labios, sino que vea en ti algo más, que sea lo suficientemente valiente para arriesgarse a ver en ti a su amiga, su amante, su pareja y su compañera… sí, nunca dejaste en pensar en el amor como esa posibilidad de ser feliz y de repente ocurre algo que te hace poner los pies en la tierra y descubrir con gran tristeza que así como tu no eres la mujer que te contaron que serías, el amor no es la sensación de alegría y plenitud con la que soñaste y esa persona no te va a preguntar como estas, como te sientes, no se va a preocupar por escuchar tu voz y ni siquiera ha llegado a extrañarte.

Te duele, te sientes frustrada, tienes una inmensa sensación de incomodidad, te sientes molesta y luego cierras el tema con la frase decisiva que alguien te dijo en el momento justo en que te estrellaste contra la realidad: la vida no es un cuento de hadas.

:::fin:::

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
"El problema es que vuelves a pensar en el amor y reconoces que eso no cambió, que sigues esperando a ese ser especial que seque tus lágrimas, que te apoye en los días difíciles, que te convierta en la protagonista de una historia capaz de robarle suspiros a cualquiera, que te llame solo para escuchar el sonido de tu voz, que te extrañe y quiera tenerte cerca"... Pero tienes razon la vida no es un cuento de hadas...
Seco, directo, franco y sin intentar apartar la vista de la realidad. Me gusto.
Anónimo ha dicho que…
Y comparto tu opinion acerca de los carros.
Anónimo ha dicho que…
Me gusto el cambio de plantilla, me recuerda a mis apuntes.

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