Pequeña Muerte







En tu cintura me perdí. Cuando mis manos se deslizaron suavemente por aquella delicada piel supe que había cambiado para siempre. Supe lo que sienten las lágrimas cuando resbalan por las mejillas, caen al suelo y se evaporan para esconderse en las nubes, quedarse allí y jugar; y luego, en un éxtasis que se produce entre relámpagos y choques eléctricos, descienden vertiginosamente a un río para descansar finalmente en el mar.

Entonces mi sentimiento fue una lágrima, tu cuerpo fue mi río y en tus ojos suspendidos capturé el retrato perfecto de un naufragante atardecer.

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