Carta de la administración


Había pensando en llamar esta entrada “el visitante no deseado”, sin embargo esa afirmación sería una mentira. Cada lector que se acerca a este espacio hace parte de él, lo justifica, le da valor, lo hace crecer cada día. No puede expresarse una idea si no hay a quién llegue, no habría algo que decir si no hubiese nadie que lo escuchase o leyese. Así que llegué a la conclusión de que en definitiva, ese no era el título adecuado.

Como ya lo dije anteriormente, el sentido de este blog es llegar a un público amplio, variado, por lo mismo, hoy quiero hablar de ese lector anónimo que se dedica a pasar por aquí solo para conocer sobre la vida de la autora. Hoy quiero escribir para ese anónimo que más allá de estar interesado en una opinión o una distracción literaria, busca bajo mis palabras claves sobre mi vida, quizá por morbo, quizá por rencor, quizá por celos, quizá por curiosidad, quizá porque simplemente yo le retiré el contacto con mi vida personal.

Empezaré por aclarar que no todos los anónimos son iguales ni son motivados por los mismos intereses. Hay personas para las que tal vez resulte extraño lo que digo, pero las recuerdo con cariño a pesar de las decisiones que haya tomado en cierto momento y de mi resolución de sacarlas de mi vida. Sé que esas personas vienen a este lugar a saber de mí, a disfrutar de lo que escribo pero también dejar una huella, a recordarme que están ahí para mi, que ni el tiempo ni la distancia han propiciado el olvido y de paso, a enterarse de lo que pasa por mi cabeza, leyendo entre líneas los mensajes ocultos que pueda traer cualquier cuento.

Pero también hay personas cuyas motivaciones obedecen a razones menos amistosas. Personas que cada vez que marcan la casilla “pérdida de tiempo” consideran que me están haciendo daño a mí, por medio de este espacio.

En este punto es necesario aclarar algunas cosas. Este espacio hace parte de mi vida y marca puntualmente momentos importantes en ella y viceversa. Está plagado de momentos, pensamientos, sentimientos, ideas, contradicciones, sueños, bagajes. Existen cosas con un trasfondo profundo y sentimental y otras que simplemente nacen de un cruce de miradas en la calle, de una observación, de la influencia de un libro o una película. Pero este espacio no me limita, no encierra la totalidad de lo que vivo y siento, no es mi vida. Ambos están conectados pero es evidente que guardan independencia.

Entonces, si una persona que no sabe leer (y con ello no me refiero al ejercicio de pasar la vista por lo escrito comprendiendo la significación de los caracteres empleados, sino a entender e interpretar el texto, de manera que se comprenda lo que se quiere decir y no solamente la descripción que se plantea) o en su defecto, no conoce lo suficiente a la escritora, no podrá descifrar el verdadero significado de aquello que aquí se plasma. Y si, además, a ello le agregamos sentimientos repulsivos hacia mí, el resultado será una interpretación errada, sesgada por el rencor, los celos, la envidia, en fin, los sentimientos que sé que pueden existir hacia mí y que no encuentro explicación para los mismos.

Por otro lado, es ridículo pensar que marcando una casilla negativa, que fue puesta ahí por voluntad propia, se me está causando algún daño. Es absurdo pensar que estoy poniendo intencionalmente armas a su disposición para que con ellas me lastimen; si esa casilla está ahí es por un ejercicio de autocrítica y retroalimentación, pero no para que alguien que se quiera desquitar de mi –aun sin haberle hecho daño alguno- encuentre la manera de hacerlo.

No obstante, de este espacio se podrán decir muchas cosas y pueda que haya “lectores” empecinados en leerme y a la vez en considerar –solo por terquedad- que todo es una pérdida de tiempo. Pero me leen y eso es lo importante. Pasan por aquí y hacen girar aquel numerito de la parte superior izquierda que me indica que tengo el poder suficiente de atraer aquí a al menos tres personas diarias, ávidas de historias, las mías, las personales o las inventadas.

A estas personas no pienso decirles que no vuelvan a pasarse por aquí. Solo les pido que sean coherentes consigo mismos y no me llamen “obsesiva” cuando leen cada palabra de este lugar intentando escudriñar algún aspecto de mi vida; y que tengan un poco de respeto por este espacio, no por mi, ya que los asuntos personales que se tengan serán materia de discusión en otro momento, pero si por este blog que nada tiene que ver con mis contiendas personales y es un espacio independiente, que como ya dije antes, está construido para otros y a esos otros también se les debe respeto.

Así que las conclusiones quedan claras: a nadie voy a vetar en mi blog, quien quiera entrar a tener un rato de lectura, aun cuando ello implique mortificarse, bien pueda, en eso no me meto. A quien pasa por aquí, comprende lo que se dice y sabe entender los sentimientos de la autora, solo puedo darle las gracias.

A quien siempre ha acompañado este blog, lo ha visto crecer –no sé si madurar- y, me conozca o no, lo encuentra placentero ¡Bienvenido siempre! Es a usted para quien tengo Algo que Decir. 

Fénix


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Contundente, felicidades = )
Anónimo ha dicho que…
Gracias por el tercer párrafo.

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