Silencio



La saludé como de costumbre, ella respondió con un corto "Hola", le pregunté cómo estaba y dijo que bien, pregunté como había estado su mañana y dijo que normal, la tomé de la mano y caminamos hacia nuestro destino por cerca de 20 minutos. Intenté armar conversación contándole algunas cosas sobre mi día, algo del trabajo de la semana, un poco del último libro que había leído y nada funcionaba, de su boca sólo salían algunas palabras casi que arrancadas por la cortesía: "ajá", "ya veo", "que vaina".

¿Estaba algo mal entre nosotros y yo no lo había notado? Decidí observarla con la esperanza de que sus gestos me dijeran más que sus vagas respuestas. Caminaba mirándolo todo: los niños, las flores, los perros, el parque, los árboles, los pájaros, el cielo... tenía esa mirada soñadora y alegre que tanto me gustaba y de vez en cuando sonreía inocentemente.

¿Entonces por qué no me hablaba? No lo sabía y continuaría en mi ignorancia si no se lo preguntaba, justo iba a hacerlo cuando de repente aceleró el paso y se puso frente a mi.

-¿Sabes algo? -dijo.
-¿Qué? -le pregunté temiendo que algo malo ocurría.
-Hay gente que no soporta el silencio.

La miré a los ojos y sin mediar palabra la besé como no lo hacía hace mucho tiempo. Pasé mis manos por su espalda y la traje aún más hacia mí, la besé como si la hubiera perdido y de repente la encontrara.

La besé, la toqué, sonreí. Seguimos caminando tomados de la mano, ambos sabíamos que ella tenía razón.

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