Aprendiendo a Volar







Estaba nervioso, sus manos sudaban, sentía que el estómago iba a salirse en cualquier momento por su boca, no sabía como era capaz de mover sus piernas, se iba a enfrentar a uno de sus miedos más profundos y todo por iniciativa de ella. Subió al avión con pasos lentos, ella lo llevaba de la mano y le susurraba al oído que todo estaría bien.

La situación para ella era diferente, se sentía extraña porque en ese momento los papeles habían cambiado. Estaba acostumbrada a ser considerada como la débil, era la que lloraba, la que emitía gritos de ira, la que no podía controlar sus emociones pero paradógicamente, era también la que estaba acostumbrada a los dolores físicos más fuertes, sin embargo en ese momento era ella quien le decía a él que todo estaría bien, quien apretaba su mano con firmeza demostrándole la confianza que solo entre ellos podía existir. Esta vez ella no tenía miedo, esta vez esperaba el momento con calma y entusiasmo mientras él se mordía las uñas pensando en lo que pasaría si algo salía mal.

Él se lo había prometido desde hacía mucho tiempo y no podía arrepentirse, sentía una extraña necesidad por consentirla, por mimarla, por satisfacer cada capricho que a ella se le viniese a la cabeza y le bastaba ver sus ojos ilusionados y su sonrisa llena de ternura para animarse a seguir con el plan. Se maravillaba pensando, cómo tanta delicadeza podía estar presente justo cuando la adrenalina iba a desbordarse por todo su cuerpo y soltaba una sonrisa que vacilaba entre el cariño y el nerviosismo presentes en ese momento.

Tomaron asiento y pasados unos pocos minutos el avión despegó.

-¿Estas segura de lo que estamos haciendo?
-Completamente, ha sido uno de mis sueños desde niña.
-¿Y si algo sale mal? ¿Si algo falla? ¿Si una cuerda se rompe? ¿Si "eso" que llevo en la espalda no se abre? ¡¿Y si no se abre el tuyo?!
-No creo que algo salga mal, ni que falle, estos equipos son muy seguros, pero si el de alguno de los dos no abre, iremos de la mano y el uno intentará abrazar al otro, estoy segura.
-¡Estas loca! ¡Eso no se puede hacer!
-Claro que si...

En ese momento el instructor interrumpió la conversación y les indicó que era hora de saltar. Hubo un conteo rápido y repentino. Tomándose de la mano ambos saltaron las vacío, el aire empezó a circular por cada espacio de su piel, desfigurando por momentos sus rostros y creando divertidas muecas. Ambos estaban sedados por la adrenalina del momento, sin soltar sus manos, abrieron sus brazos e intentaron planear... fue un momento mágico.

-Esto ha de ser lo más cercano a volar- dijo ella emocionada y él vio como dos alas parecían salir de la espalda de ese cuerpo frágil que él conocía como la palma de su mano; cerró los ojos y guardó esa imagen para siempre. Alejaron sus manos y cada uno abrió su paracaídas, sintieron un tirón y el descenso se hizo considerablemente más lento.

Al llegar a tierra se sorprendieron con equipos de paramédicos y ambulancias esperándolos, él corrió hacia ella quien había aterrizado un poco antes. La revisó por completo y su tranquilidad volvió al verificar que estaba bien.

-¿Que pasa, por qué todo este alboroto?
-No lo sé, desde que llegué todos me están mirando raro.
Se acercó a ellos el instructor y les dijo:
-Esto es muy extraño, la maleta que ella traía en realidad no contenía un paracaídas, se ha confundido con aquel que yo llevaba con mis artículos personales; lo noté uno o dos minutos después de que saltaran.
-Es imposible ¿No ve que acabo de aterrizar perfectamente?

Con el impacto de la noticia y la adrenalina aun corriendo por sus venas, se dirigieron a la mochila que ella había soportado sobre su espalda. Al abrirla encontraron una linterna, un par de tennis, una gorra y algunos artículos de aseo.

-Esto es ridículo ¡¿De donde salió el paracaídas?!- Exclamó ella conmocionada.

Entonces él recordó su visión, las alas que se desplegaban de su espalda, la confianza con que había llegado ella a ese lugar, la felicidad que se asomaba por sus ojos momentos antes de saltar y aquella frase que sus deliciosos labios pronunciaron "esto ha de ser lo más cercano a volar". Todo tuvo sentido y lo entendió en el momento preciso, ella había nacido para esto, era libre y hasta ahora empezaba: estaba aprendiendo a volar...



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Estas en lo cierto...

Entradas populares de este blog

Memorias de un día que no fue

Veinticinco

Miedo a ser bonita