Compañero


Últimamente he leído y escuchado toda clase de críticas hacia la imagen “ideal” del hombre que clásicamente se definió como el deseado por las mujeres. No sé cuál es el origen del “príncipe azul” y tampoco me interesa, aunque sí puedo decir que estoy de acuerdo con muchas de las críticas que se le hacen. 

En lo que a mi respecta, no me interesa encontrar a mi “príncipe azul”, ni tampoco he deseado ser nunca una princesa, por el contrario, estoy demasiado alejada de esa figura. No quiero encontrar a alguien que me idealice y me ponga en un pedestal, que quiera poner el mundo a mis pies y no me permita alcanzar nada por mi propio esfuerzo; pensar en esa idea me da pánico pues sé que muy pronto –viviendo una vida que supuestamente es “perfecta”, donde alguien me hiciera todo y cumpliera cada capricho que se me atravesara por la mente- me sentiría frustrada, deprimida y aburrida.

Por otro lado, ninguna mujer es igual a otra de la misma forma en que ningún hombre es igual a otro. Por más de que nos empeñemos en crear categorías y clasificaciones siempre habrá algo que nos individualice. En cuanto a mí, me considero una persona muy singular, difícil de entender en algunas ocasiones pero agradable cuando se me encuentra la gracia y espero encontrar a alguien que valore y disfrute eso.

No fui criada de una manera convencional y algunos de mis gustos no son tan predecibles como otros y la persona que a mi me acompañe algún día, jamás podrá ser un “príncipe azul”, sino que tendrá que ser mi “compañero”. Sí, compañero, esa es la idea que para mí es la mejor.

Yo no quiero a alguien que me busque por mi físico, que me diga que tengo una figura muy bonita (ese es un tema que en otro post tocaré y es que no puedo manejar esa imagen de “ser bonita”) sino que se interese por saber en qué pienso y por qué, que discuta conmigo si no comparte mi posición pero sepa que en el disenso está la magia del saber, que no se ofenda conmigo si pienso diferente y que me haga caer en cuenta cuando sea testaruda.

Y es que hablando del físico –y haciendo la salvedad de que odio los clichés pero en ocasiones es imposible alejarse de estos-, la imagen es algo que pasa, que cambia y que se deteriora. La imagen que vemos en el espejo hoy no será la misma que tengamos dentro de 10 o 20 años, por eso me seduce tanto la idea del “compañero”, esa persona que se ría de mis estupideces y que cometa muchas locuras de las cuales yo también me pueda reír, que me discuta y me enseñe todos los días algo, que hable conmigo del estado del tiempo, que a mi lado le vea formas a las nubes sin que ello le dé vergüenza, que hable de política, de autores, de fútbol, de lo que sea… ¡Que el tema no se nos acabe nunca! Porque el día en que el físico se deteriore y grandes líneas surquen mis ojos o mi frente, serán nuestras ideas, nuestros diálogos, nuestra forma de comunicarnos, pero sobre todo, la historia que hayamos escrito juntos lo que nos mantendrá unidos. Esta es la razón por la cual tampoco me guío por el físico, por la cual no me deslumbran unos ojos claros, sino lo que se esconde tras de ellos.

Espero encontrar a alguien que no se asuste –como ya me ha pasado anteriormente- por lo que sé y lo que soy capaz de hacer. Que no limite mi imaginación y mis ideas, que no le parezca malo mi afición al fútbol y a los carros sino que encuentre divertido tener una charla de equipos, de jugadores o de motores conmigo. Que no se asuste si no conoce algún tema que yo maneje (aunque los  asuntos que en realidad conozco son muy pocos) sino que me deje guiarle con lo poco que yo sé y que no se burle si desconozco algo sino que me tenga paciencia para crecer a su lado. 

Mi compañero, quien sí me da ilusión encontrar, no anda en caballo, ni querrá atarme para toda la vida, así como yo tampoco lo amarraré. Mi compañero y yo estaremos juntos sin ningún lazo más allá de nuestro sentimiento y todos los días estará en la libertad de irse sin reproches ni remordimientos. Todos los días las puertas estarán abiertas para un adiós y el sentimiento se renovará, crecerá y se transformará a diario.

Para mí, esa es la verdadera magia, no la propuesta mezquina de un príncipe azul que me quiera encerrar en un castillo y exhibirme como el trofeo de una de sus luchas cargadas de testosterona.

Yo le apuesto al compañero, al que jamás me corte las alas sino que se sienta orgulloso de volar conmigo.




Aunque es un comercial, este video vale la pena verlo


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Un compañero... ¿Quien acompañara el vuelo del fenix?... Sigue escribiendo, esto estuvo excelente.

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