La Niña de la Ventana

Es un día como cualquier otro pero no para ella. Hoy vendrá, hoy tiene que llegar, no puede ser tan indolente como para dejarle esperando una vez más. Está en su cuarto con la mirada fija en la calle, su madre le llama pero no quiere atender, teme que si lo hace tal vez él venga y no la vea. No, no va a desilusionarlo, no quiere perder oportunidad para hablarle, para acariciarle, para admirarlo, para maravillarlo con todo lo que ella tiene dentro de sí.


En la cocina, la madre deja caer unas lágrimas. Ella sabe que no vendrá, que su hija se ilusiona en vano. Se siente impotente, la invade la ira, ¿Cómo puede hacerle esto a ella, a ella que tanto lo quiere, que todos los domingos espera ansiosa junto a la ventana su llegada? Piensa en lo feliz que sería si le pudiese arrancar ese sentimiento a su hija, matarle todo ese amor de una buena vez. No quiere verle sufrir, no puede soportarlo, no una vez más… ella sabe que no vendrá.


En la ventana la hija sigue esperando. Desesperada por los llamados de su madre, se ve obligada a atenderle. Se escucha el sonido de un auto, no importa que diga su madre ¡Tiene que ir!, ¡Es él!, ¡Ha llegado! Lágrimas de felicidad recorren sus mejillas; al llegar a la ventana la felicidad se convierte en amargura. No era él.


Han pasado dos horas –tal vez le pasó algo- se dice a sí misma sabiendo que a nadie engañará, que él no va a cambiar. No entiende como puede entonces, llamarle por teléfono y decirle que la quiere, ilusionarle con una visita que nunca llegará. Pero hoy será diferente, hoy se quiere llenar de fortaleza, hoy quiere pensar que nada ni nadie podrá hacerle daño, hoy quiere dejar de ser “la niña de la ventana”.


Y mucho después, él se dará cuenta de su error, de la mujer tan valiosa que perdió. Querrá regresar pero ella jamás le volverá a esperar porque su dolor le hizo fuerte, le fue matando el amor. Ya nunca más será “la niña de la ventana”, el ya nunca más le causará dolor porque desde el momento en que su ira despertó, en que su sufrimiento se hizo mayor, aprendió a ser fuerte y a olvidar, incluso a la imagen que se hacía llamar “papá”.

Comentarios

Dark Link ha dicho que…
En cierto momento, todos hemos estado en los zapatos de esa "niña de la ventana"... no necesariamente esperando por "papá"... y creo que esa "niña de la ventana" (en mi caso, por razones de genero sería niño), es el motivo y el disparador que tenemos a veces todos nosotros dentro para lograr algo... Simplemente, excelente entrada Adri

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